El mundo de los viajes ha cambiado notablemente. Antes, con los precios de los billetes de avión por las nubes, la necesidad de contratarlos físicamente en una agencia, la dificultad de acceder a información y precios de los hoteles, decidir el destino de un viaje o unas vacaciones era una tarea que se hacía con mucha reflexión. Hoy, con la posibilidad de reservar billetes, hoteles y paquetes completos desde Internet en un par de minutos y con precios muy bajos, es frecuente que algunos viajes se compren, incluso, de forma impulsiva. Pero no está mal reflexionar y hacernos unas preguntas antes de decidir emprender un viaje.
Continuamos con este artículo la trilogía sobre el viajero que empezamos con nuestra clasificación de viajeros del día de ayer. Creemos que un buen viaje requiere ser emprendido en el momento adecuado y que hay que pensar seriamente si es el lugar, el momento y se dan las condiciones para que sea un éxito. Por eso, hoy queremos proponeros una serie de preguntas que creemos que sería bueno que nos hiciéramos en ese momento previo al último click para comprar un viaje por Internet. Todas las cuestiones pueden parecer muy sencillas y obvias, pero nos sorprenderíamos mucho de los resultados finales si realmente hiciéramos la prueba de pasar por este cuestionario.
Esperamos que os sea de utilidad y nos gustaría escuchar vuestros comentarios.
Las preguntas que debemos de hacernos antes de reservar un viaje:
1.- ¿Me apetece y tengo ánimos, fuerza y salud para viajar?
Podemos pensar que, por supuesto, si hemos contratado un viaje es porque nos apetece viajar. Pero en muchas ocasiones nos sorprenderíamos de cómo nos arrastran las circunstancias. Supongo que a muchos nos suena la situación de no tener nada planeado y recibir una invitación repentina de nuestros amigos, pareja o compañeros o, simplemente, encontrar un billete a un precio irrisorio.
En ocasiones, el entusiasmo o la gente nos arrastra, cuando en realidad no estamos en condiciones de hacerlo. Puede que estemos pasando una etapa de cansancio por el trabajo o por situaciones personales o que, simplemente, nuestro ánimo no sea el mejor para viajar. En ese caso, hacer un viaje puede ser una decisión arriesgada. Puede que nos ayude a recuperar fuerzas y ánimo o a desconectar, pero es bastante posible que si nuestro ánimo, fuerzas y moral no están al 100%, tampoco podamos disfrutar del viaje al 100%.
2.- ¿Quiero ir a ese destino?
Hay ocasiones en las que reservamos un billete a un destino que no nos emociona demasiado. Simplemente, encontramos un billete barato y nos vamos a la aventura y a ver qué encontramos. En ocasiones, el destino elegido nos acaba sorprendiendo y siempre encontramos algo de lo que disfrutar. Pero, realmente, ¿era aquí dónde queríamos ir? Quizá por una cantidad ligeramente más elevada (¿qué son 20 ó 30 euros en el total de un viaje que puede subir a 200 ó 300?) se puede preparar un viaje a un lugar que realmente nos motive o, simplemente, podemos esperar y ahorrar ese dinero para utilizarlo en un viaje más largo que deseemos hacer.
3.- ¿Son esas fechas las mejores para hacerlo?
Las decisiones rápidas a veces nos dan disgustos. Imaginad que hemos encontrado un viaje muy barato o que nos invitan a un viaje ya organizado, pero nos coincide con un pico de trabajo o con las fechas previas a unos exámenes. El viaje se debería emprender sin agobios ni asuntos pendientes en el lugar de origen. Si vas a realizar un viaje y vas a acabar enganchado al teléfono móvil por temas de trabajo o teniendo que buscar una conexión a Internet en algún momento del día para resolver un asunto, no se puede disfrutar del viaje completamente. En ese caso, es mejor declinar la invitación y esperar a momentos más propicios.
4.- ¿Mi situación económica me permite realmente hacer este viaje?
Una trampa de los vuelos baratos es que, en ocasiones, son un espejismo del coste total del viaje. En determinados destinos, el coste del vuelo es sólo la punta del iceberg. Por ejemplo, un viaje a un país del Norte de Europa nos va a resultar bastante costoso por los gastos adicionales en alojamiento, transportes, comidas u ocio nocturno. Por tanto, que el billete nos cueste 10 euros a uno de estos destinos es casi un regalo envenenado para un viaje con el presupuesto muy reducido.
No hay nada peor que volar a un destino especial y no poder disfrutarlo al máximo por problemas económicos. Hay que ser realistas: el viaje tiene que ser un placer y, en muchas ocasiones, este placer requiere de dinero. Si no se tiene llega la frustración, el no poder aprovechar el viaje o, incluso, el tener que utilizar para el viaje recursos que tendríamos que destinar a nuestra vida diaria. Es mejor viajar menos, pero son agobios económicos, que salir frecuentemente por el mundo mirando hasta el último euro.
5.- ¿Quiero viajar con estos compañeros?
Los viajes intensifican los sentimientos y las emociones que compartimos con quienes nos acompañan. Son fuente de grandes amistades, pero también de grandes conflictos. A la hora de planificar un viaje tenemos que decidir con quién vamos, cuál es su situación personal, qué tipo de personalidad tiene, qué le gusta hacer y qué pretende del viaje. Es un hecho: ser un gran amigo no supone necesariamente ser un buen compañero de viaje. Por eso, y si no quieres arriesgarte a perder a un amigo por diferentes hábitos viajeros, acostúmbrate a pensar en quién te acompaña y si realmente su presencia es compatible con lo que buscas en el viaje.
¿A qué nos referimos? A casos tan frecuentes como combinaciones de viajeros madrugadores y dormilones, andarines o sedentarios, de alto presupuesto o de bajo coste, amantes de la vida nocturna o que repelen las discotecas, los que disfrutan de horas enteras en museos o los que se aburren en ellos completamente. Hay que pensar en la personalidad de cada uno de nuestros acompañantes y en nuestras ganas y su capacidad para negociar itinerarios o ponerse de acuerdo en determinadas actividades. Siempre queda la posibilidad de separarse en las actividades, pero un mínimo de convivencia y acuerdos es necesaria durante el trayecto.
Una vez realizadas todas estas preguntas y analizando pros y contras, hay que hacerse una última cuestión definitiva:
¿Realmente quiero y puedo emprender este viaje en estas condiciones?
Y, si la respuesta es sí, no lo dudes. Haz click y compra el billete antes de que suba de precio con la confianza de que tu viaje tiene, ahora, más posibilidades de ser un éxito que antes de hacerte estas preguntas.
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