Me ha pedido mi compañero bloguero Luis Cicerone- de Las Aventuras del Xixerone– la foto de un Skyline que me haya impresionado especialmente y me he decidido por una vista nocturna de Hong Kong durante el espectáculo de luces y música Symphony of Lights. El hurgar entre las fotos de mi visita a la zona me ha servido también para recordar una curiosa anécdota de mi viaje: cómo se me ocurrió subir andando al Victoria Peak, en lugar de coger el funicular. Toda una experiencia.
El Victoria Peak es una colina que domina toda la Isla de Hong Kong, con sus 552 metros de altura, y ofrece excelentes vistas desde las alturas tanto de la isla de Hong Kong, como desde la vecina Península de Kowloon. Es decir, paisaje de rascacielos, mar y edificios altísimos por doquier; aunque también esconde una sorpresa si se mira al sur de la isla, con la vista de las playas y calitas no colonizadas por el urbanismo vertical.
Las escaleras mecánicas marcaron mi destino
Para mí, era la gran atracción de la mañana, así que -después de un pequeño paseo por la zona central de la ciudad, sin el mapa encima y dejándome llevar entre las calles de edificios financieros- me dispuse a buscar la estación del funicular que sube al Victoria Peak desde la zona de Central. Di un par de vueltas y no la encontré, pero aparecieron en su lugar unas curiosas escaleras mecánicas atravesando la zona del SoHo, que llevaban a las zonas más altas de la ciudad.
Así que- como quien se encuentra con el típico dilema de qué pasaría si se pulsara ese botón que tienes delante y que pone «no pulsar» y teniendo en cuenta que el funicular tenía paradas intermedias en su recorrido-, me decidí por seguir las escaleras viendo a ver donde me llevaban.
La verdad es que las escaleras -o Escalator Central-Mid Levels, como se llaman allí- son muy curiosas. Es como ir por una zona peatonal, pero en la que no tienes que andar ni cansarte para nada. Cuando acaba un tramo de escaleras, a muy poca distancia aparece otro que sigue subiendo. En aquel momento no sabía nada de ellas y lo único que hacía era subir y subir encantado por la experiencia. Hoy, mirando el artículo en Wikipedia, puedo ponerle distancia y altura a la curiosidad turística por la que subía en aquel momento: 800 metros de distancia de las escaleras mecánicas que salvan una altura de 135 metros.
Esta información me hubiera venido muy bien de saberla en su momento ya que- inconsciente de mí- ya que estaba por allí arriba, pensé que no sería una mala idea seguir un poco más hacia arriba, ya que ni debía estar demasiado lejos de la cima del Victoria Peak, ni me sería difícil encontrar la estación intermedia del funicular. En realidad, no sabía que tendría que superar aún un desnivel de 400 metros en un par de kilómetros, ni que las paradas intermedias del funicular eran muy poco visibles.
Una de rampas empinadas
Así que, confiado, comencé la subida al Victoria Peak. Primero por calles empinadísimas hasta que, de repente, me vi rodeado de algo entre parque y bosque, con un camino convenientemente asfaltado, pero brutalmente vertical. Todo muy verde, muy bonito, excepcionalmente relajante dado el barullo y el movimiento que tradicionalmente tiene Hong Kong, pero con unas cuestas que ni la etapa reina del Tour de Francia.
Y, de repente, la isla financiera por excelencia, la metrópoli hiperdinámica se convirtió en un bosquecillo desde el que se divisaba perfectamente toda la parte norte de la isla de Hong Kong y la Península de Kowloon. Rascacielos y agua en un entorno extremadamente tranquilo. Quizá debería haberme sentado en alguno de los bancos del camino para disfrutar del verde de la montaña, pero he de reconocer que me había picado con un par de excursionistas que me precedían en el camino y a los que, en el más puro estilo Alberto Contador, me empeñé en dar caza y dejar de rueda. No obstante, sí que tuve momentos de mirar atrás, sacar mi cámara de fotos y quedarme con algunas vistas maravillosas de la ciudad para el recuerdo.
El mirador del Victoria Peak
Al final, unos 45 minutos después de haber dejado el último tramo de escaleras mecánicas y cerca de una hora después de haber salido de la parte más baja de Hong Kong, me planté en la cima del Victoria Peak donde había un bonito mirador… en la azotea del moderno centro comercial que la coronaba.
Por el camino al Victoria Peak, dada la humedad y el calor del mes de agosto en Hong Kong, habían quedado varios litros de agua en forma de sudor que hacían que la camiseta que llevaba pareciera recién salida de la piscina. Realmente, y dado que lo del aire acondicionado con moderación en los edificios y transportes públicos parece que no va con los hongkoneses, no sé cómo no cogí una gripe de esas que acaban con los viajes en cuestión de segundos al entrar en el centro comercial en cuestión.
Allá arriba del Victoria Peak de Hong Kong se mezclaron las sensaciones. Por una parte, la boca abierta de las fantásticas vistas que se tienen de la isla de Hong Kong y los territorios por allí. Por otra, la sensación heróica de haber superado las rampas de una colina emblemática. Y por otra más, la sensación de haber hecho una gilipollez que te da el saber que te has pegado una caminata de narices cuando a 100 metros del camino pasaba un fantástico funicular que te hubiera dejado en la cima del Victoria Peak en 5 minutos por un par de euros.
Una caminata insospechada, pero sorprendente. De ella me quedan magníficas fotografías y recuerdos de un paseo por la naturaleza que no entraba en lo que pensaba del país antes de haber llegado a él.
Bajando, y esta vez civilizadamente
Y sí, para quien le interese saberlo, cogí el funicular para volver desde el Victoria Peak hasta Central. La estación está en la planta baja del centro comercial y el tranvía es muy antiguo y tradicional, con su interior de madera, pero hay que reconocer que la inclinación del mismo durante el trayecto da algo de impresión. Mi consejo es ponerse en el lado derecho del tren, ya que es la parte donde las ventanas tienen mejor vista.
Más adelante, cuando Luis Cicerone haya lanzado su artículo sobre skylines, os contaré algunas cosas más de otras vistas de Hong Kong, pero creo que por hoy es suficiente con esta anécdota de viaje.
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