Nos ha llegado esta mañana el boletín de la compañía aérea irlandesa AerLingus en el que anuncia un 30% de descuento en sus vuelos a Irlanda durante el invierno reservando hasta el próximo jueves y nos hemos acordado de la poco conocida, pero agradable ciudad de Cork. Lonely Planet la nombró a principios de año una de las diez mejores ciudades para visitar en 2010 y la oferta de AerLingus nos pone en bandeja conocerla antes de que acabe el año.
Pese a ser la segunda ciudad más poblada de Irlanda -sólo superada por Dublín- e, indiscutiblemente, el núcleo urbano principal del sur de la isla, los poco más de 190.000 habitantes de Cork no son suficientes para incluirla entre las grandes ciudades de Europa por lo que, como muchas de las pequeñas y medianas localidades del continente, tiene que jugar la baza de ser una ciudad agradable y con encanto.
Y lo hace bastante bien, al menos a juicio de los expertos de Lonely Planet, que han dado a esta ciudad bastante desconocida en el plano turístico europeo -pese a haber sido Capital Europea de la Cultura en el año 2005– la oportunidad de brillar sobre otras al menos durante este año; algo que ha hecho que tanto la ciudad como los organismos turísticos irlandeses hayan podido sacar pecho y presumir de una ciudad «acogedora, divertida, interesante, amigable y repleta de historia y de leyenda», como la define Turismo de Irlanda.
En Cork nos recomiendan pasear por las callejuelas del centro de la ciudad o pasear por la más amplia y principal St. Patrick’s Street, con su animada vida comercial. Destacan también la torre de la iglesia de Shandon, las dos catedrales (la católica de Santa María y la protestante de St. Finbarr), el edificio del Ayuntamiento, la moderna Casa de la Ópera y, sobre todo, el peculiar Mercado Inglés, donde se pueden comprar alimentos de todo tipo, sobre todo el buen pescado y marisco que se puede degustar en la zona.
El aspecto gastronómico es importante en la ciudad de Cork, cuyo condado es famoso en Irlanda como el que ofrece la comida de mejor calidad del país -algo que, siendo sinceros, no es excesiamente difícil-, entre la que destacan los pescados y mariscos. La langosta local tiene buena fama entre los gourmets irlandeses, por cierto.
De vida nocturna y ambiente internacional tampoco anda escasa Cork, ya que varias compañías multinacionales -sobre todo farmacéuticas y tecnológicas- han establecido sus sedes europeas y departamentos de atención al cliente en la ciudad, lo que ha facilitado que hayan atraído a miles de trabajadores- en su mayoría jóvenes- de otras partes del continente. Cork se ha convertido así en los últimos años en una ciudad con un ambiente muy internacional. Por si fuera poco para garantizar una buena vida nocturna, el ambiente de pubs se enriquece con las dos grandes cervezas locales: la tostada Murphy’s y la negra Beamish, ambas de grandísima calidad.
Finalmente, no pueden faltar los topicazos irlandeses de campos verdes, castillos, hadas y demás seres fantásticos, personificado esta vez en la fortaleza medieval del Castillo de Blarney, a pocos kilómetros del centro de la ciudad. Como no podía ser menos, tratándose de Irlanda, esta fortaleza tiene también su leyenda, concretamente una piedra con el mismo nombre del castillo que, si se besa boca abajo, dicen que concede el don de la elocuencia.
Cork es un lugar muy agradable para hacer una visita corta o combinarla con otras rutas por Irlanda. Incluso, es un destino muy interesante para lo que queda de otoño y los primeros meses del invierno. A quien le disuada el clima debe saber que Cork es lluviosa, pero no excesivamente fría, con lo que tampoco se hace desagradable pasear por ella a estas alturas del año, a diferencia de otras ciudades del Norte y Centro de Europa.
En resumen, una ciudad pequeña con bastante encanto, muy interesante para visitar un fin de semana en el que se busque un entorno tranquilo y relajado, pero nunca aburrido.
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