En Ryogoku, el gran atractivo turístico es el sumo. Allí se encuentra el pabellón de sumo de la ciudad –con pocos torneos al año, pero muy importantes-, así como los principales gimnasios donde entrenan y viven los luchadores.
El sumo
Para quien no lo haya visto en televisión alguna vez, el sumo es un deporte de lucha que se celebra sobre un anillo redondo de tierra, en el que el objetivo es que uno de los dos luchadores –por lo general, tremendamente orondos- saque al otro fuera del área redonda o haga que alguna parte de su cuerpo que no sean los pies contacte con el suelo.
El sumo, aparte de un deporte tremendamente popular en Japón, tiene mucho de parafernalia, con una ceremonia de preparación del combate que supera notablemente el tiempo del combate en sí y un carácter muy tradicional. Como deporte en sí, concentra segundos de mucha intensidad y mucho interés entre pausas eternas. El viajero no familiarizado, en general, disfruta de la primera hora de combates, pero se empieza a aburrir amargamente de ver a dos señores orondos darse de topetazos durante horas. Entrar a un torno puede ser una experiencia bonita; pero, ojo, también puede convertirse en algo extraordinariamente aburrido.
Los gimnasios de sumo de Ryogoku
El mejor momento para ver sumo es coincidir con algunos de los torneos que se celebran en las ciudades japonesas, pero para el viajero ocasional suele ser cuestión de suerte estar en Japón en las mismas fechas que se celebran. No obstante, entre los turistas que pasan por Tokio queda la opción alternativa de buscar alguno de los gimnasios donde entrenan los luchadores y asistir a sus combates de entrenamiento por las mañanas.
De todos modos, encontrar los gimnasios que acepten visitas no es especialmente sencillo. Hay que buscarlos –probablemente en el hotel o albergue puedan ayudaros a encontrar alguno- y, probablemente, requerirán que les notifiques con antelación. Estos gimnasios suelen cobrar a los visitantes un donativo para contribuir a su funcionamiento. Nosotros, por imprevisión, no pudimos organizar a tiempo la visita a ninguno, pero otros viajeros comentan que el donativo suele estar alrededor de los 1.500 yenes.
También resulta muy curioso para los turistas que se pasean por Ryogoku encontrarse a algún luchador paseando por sus calles. No es difícil identificar a un luchador por su tradicional corpulencia y, además, algunos de ellos suelen vestir ropas tradicionales.
Otro tipo de atractivo es, también, acercarse por alguno de los restaurantes de Ryogoku donde sirven “chanko”, la comida hiperproteínica que toman los luchadores para ganar peso y que consiste en un guiso de pescado, mariscos, carnes y verduras que parece muy saludable, pero que consumido en enormes cantidades y acompañado de arroz y fideos acaba aportando muchísimas calorías.
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