Se acerca el fin de año y, con él, dos clásicos de los aficionados al running: El balance personal de las carreras del año y la San Silvestre Vallecana, que muchos consideran la carrera popular más importante del año. Sin duda, es la más concurrida y una de las más especiales de la ciudad, pero -a la hora de combinar running y turismo en Madrid- el más desconocido Trofeo de San Lorenzo es mi favorito.
He corrido la San Silvestre Vallecana en dos ocasiones (1999 y 2012) y ambas resultaron inolvidables, aunque con distintas dimensiones. Para la del 99 me pude inscribir pocos días antes en un puestecito que ponían en la estación de Atocha y la recuerdo como una competición sencilla y aún no masificada, con ya bastantes inscritos, pero en la que podías correr muy cómodamente por las calles de Madrid. De ella me quedó el gratísimo recuerdo de correr por algunos de los puntos más importantes de la ciudad, tranquilamente, sin agobios y disfrutando de las luces navideñas.
Para la del 2012, en cambio, tuve que inscribirme con mes y medio de antelación y las plazas se agotaron en pocas horas. El ambiente es fantástico en la salida y durante todo el recorrido y hay imágenes como la de ver desde el Puente de Vallecas miles de camisetas naranjas subiendo por la Avenida de la Albufera que son inolvidables. No obstante, como carrera popular es bastante pobre, ya que se hace dificilísimo encontrar huecos para poder correr a gusto, salvo que hayas acreditado marca en alguna carrera homologada y puedas salir algunos minutos antes del último cajón.
Para quien venga a Madrid en Nochevieja a correrla, será una experiencia inolvidable por el ambiente y la cantidad de personas que se lanzan a la calle, pero -aunque se pasa por algunos de los principales puntos de interés de la ciudad- no es fácil disfrutarlos entre tanta gente y mirando más para no llevarte por delante a ningún otro corredor que los monumentos que te rodean.
El Trofeo de San Lorenzo
Siendo la San Silvestre Vallecana una carrera muy especial, en mi balance de carreras de este año hay una carrera popular pequeña y veterana que se la recomendaría a todos aquellos que quieran hacer turismo en Madrid mientras corren: el Trofeo de San Lorenzo, que se corre a finales de julio por las zonas más castizas de Madrid.
Es una carrera modesta, una de las últimas carreras del verano en la capital antes del parón de agosto, pero entrañable y excepcional desde el punto de vista del recorrido. Es una carrera popular pura, organizada por los vecinos del barrio de Lavapiés, y este año cumplía su edición número 31, con lo que es una de las que tiene más solera en la capital.
El Trofeo de San Lorenzo es peculiar por algunas cosas. Se organiza el último domingo de julio con motivo de las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma- que durante el mes de agosto se celebran en los barrios de Embajadores, Lavapiés y La Latina- y da una vuelta por el centro de Madrid con un recorrido con bastantes cuestas que, si encima se le une un día de calor, acaba resultando bastante exigente para los corredores populares. No obstante, el recorrido hace que merezca la pena.
La carrera de San Lorenzo -de aproximadamente 10 kilómetros de recorrido- comienza a primera hora de la mañana en la Ronda de Valencia, a escasos metros del Museo Reina Sofía y acaba en la calle Argumosa, en el corazón del barrio de Lavapiés (a unos 200 metros del punto de salida). El recorrido es de continuas subidas – con una subida especialmente dura en la Cuesta de San Vicente- y bajadas, aunque los dos últimos kilómetros de la carrera son casi todos cuesta abajo.
Running y turismo en Madrid
Hay muchas carreras que discurren por el centro de Madrid, pero- para mi gusto- ésta es la de 10 kilómetros más completa desde un punto de vista turístico. Es céntrica, organizada por los vecinos, no muy saturada de corredores y el recorrido nos muestra muchos de los lugares de interés de Madrid.
La fecha de celebración tiene sus ventajas e inconvenientes. Aunque se corra por la mañana, si tenemos la mala suerte de que el calor es muy intenso, puede hacer que el final se nos haga incómodo. La parte buena es que es una fecha de vacaciones que permite disfrutar de una fantástica carrera popular por la mañana y de la vida más turística de la ciudad durante el resto del día.
Personalmente, la Carrera de San Lorenzo me parece una magnífica excusa para que los aficionados al running tengan razones para acercarse a Madrid en verano. La salida está muy céntrica, así que se puede llegar muy bien desde cualquier punto de la ciudad, pero si tuviera que recomendar un alojamiento creo que en esas fechas aún puedes encontrar hoteles baratos en zonas cercanas a la salida como Atocha o Puerta de Toledo.
Los monumentos junto a los que correremos
La carrera nos permite ver lo mejor de Madrid. A pocos cientos de metros de la salida nos encontraremos con el comienzo del Rastro y los comerciantes harán un alto en el proceso de colocar sus puestos para darnos el primer aplauso.
Posteriormente, rodearemos la Puerta de Toledo y nos lanzaremos cuesta abajo por la fuerte pendiente del Puente de Segovia (que luego nos costará horrores subir) hasta llegar al Parque de Atenas, dominado por la vista del Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Desde allí, correremos por el Paseo de la Virgen del Puerto, junto a la verja del Campo del Moro (los jardines del Palacio Real) y paralelos al Manzanares y al parque de Madrid Río.
Junto a la estación de Príncipe Pío, con la vista de la Casa de Campo al fondo, giraremos a la izquierda para empezar a subir pesadamente la Cuesta de San Vicente y rodear el Palacio Real. Junto a la Plaza de España, la última rampa para subir a la calle Bailén se hace dura para unas piernas ya castigadas por la cuesta.
Pero todo se olvida cuando llegamos nuevamente a terreno llano y atravesamos la peatonal Plaza de Oriente frente al Palacio Real, en uno de los momentos más bonitos de la carrera. De allí, otra vez hacia el sur, atravesando el Viaducto y disfrutando de un pequeño respiro con la cuesta abajo que comienza frente a la iglesia de San Francisco el Grande y nos lleva de nuevo a la Puerta de Toledo.
Desde allí, nueva cuesta arriba atravesando el barrio de La Latina hasta llegar a Puerta Cerrada y el Madrid de los Austrias, donde los corredores (ya bastante dispersos) se adentran en algunos callejones típicos que nos dejan en la calle Mayor y su subida tendida hasta la Puerta del Sol, en la que los turistas más madrugadores nos recibirán con aplausos y fotografías.
Allí ya se ha acabado la parte dura de la carrera y sólo nos queda disfrutar de la bajada. El recorrido vuelve a bajar hacia el Paseo del Prado, donde- dependiendo de cada edición y de las autorizaciones públicas- podremos disfrutar de pasar junto a Cibeles o frente al Congreso de los Diputados y Neptuno, antes de gastar nuestras últimas fuerzas lanzándonos por el carril bus del Paseo del Prado y Atocha para arañar algún segundo a nuestro crono.
Rodeamos el Museo Reina Sofía y nos colamos por una pequeña calle para acabar en la recta de meta de la calle Argumosa, en pleno corazón de Lavapiés, donde podremos disfrutar de un más que merecido descanso y recordar las imágenes de la soleada mañana monumental madrileña que acabamos de disfrutar.
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