Las chinches de cama son una de las peores pesadillas tanto de los hoteles como de los viajeros. Estos pequeños insectos, casi invisibles durante el día, salen cada noche y te acribillan a picotazos mientras duermes. Además, te acompañan en tus viajes infestando otros hoteles y, si te descuidas, tu propia casa. Aquí os ayudamos a detectarlos y a acabar con ellos.
Durante mis meses de colaboración con el albergue de Hostelling International en Toronto pude ver que la prevención de las chinches de cama era uno de los asuntos que más ocupaba a los encargados del mantenimiento. La sola mención de la palabra «bedbug» (chinche en inglés), especialmente delante de los huéspedes asustaba tanto que incluso entre los propios empleados del albergue se utilizaba la expresión «Código B» en cualquier tema relacionado con este asunto para evitar que los huéspedes se enteraran y había un código de actuación especial si los recepcionistas se enteraban de que alguno de los huéspedes recién llegados procedían de lugares donde podían haber estado expuestos a las chinches.
En el caso de este albergue, durante los siete meses que conviví con ellos no se produjo un sólo caso de infestación- entre otras cosas porque todas las habitaciones recibían cada tres meses un tratamiento preventivo- pero la precaución era siempre máxima.
Es normal, ya que los hoteles (y en especial los albergues) son, tradicionalmente, una de las fuentes más habituales de propagación de las chinches de cama. Pero, antes de hablar de cómo se extiende esta plaga, es mejor que conozcamos un poco mejor qué son estas chinches de cama que ponen de los nervios a todos los hoteles del mundo.
El chinche de las camas
El chinche de las camas es un pequeño insecto hematófago, es decir, que se alimenta de la sangre de otros seres vivos. Tiene predilección por el ser humano, pero a falta de éste puede alimentarse de la sangre de otros animales. Su hábitat preferido son las camas y, por extensión, cualquier dormitorio en general, ya que allí están cerca de su fuente de alimento y pueden acercarse fácilmente por las noches a sus víctimas. Tienden a agruparse todas juntas en zonas como tapizados de muebles o camas, colchones y somieres, aunque también les vale cualquier hueco en la habitación: desde las grietas de la pared hasta el espacio entre el rodapié y la pared, pasando por los marcos de los cuadros o los enchufes.
Las chinches son suficientemente grandes como para verlas a simple vista, pero uno de los mayores problemas para detectarlas y acabar con ellas es que durante la mayor parte del día se refugian en sus escondrijos y sólo salen una vez que la habitación está oscura. El tamaño de un insecto adulto es similar al de una cochinilla, pero se diferencia de ella en que es bastante más plana, lo que le permite ocultarse en lugares muy estrechos. A mí, la forma me recuerda un poco a una pepita de sandía, aunque el color es algo más rojizo. Si nos despertamos en mitad de la noche en una habitación infestada, no es raro verlas sobre la cama.
Como hemos comentado anteriormente, las chinches salen por la noche de su escondrijo y se lanzan a por las personas que duermen más cerca. Tienen las patas muy finas, por lo que quienes duermen no suelen sentir que tienen un insecto sobre su cuerpo y sus picaduras no duelen, por lo que tampoco nos despiertan durante la noche. Sin embargo, a la hora de picar a sus víctimas inyectan algo de líquido que puede que nos provoque una alergia que nos molestará al levantarnos. Afortunadamente, dentro de lo malo, no parece que sean portadores de enfermedades, aunque sí son invitados muy molestos.
A veces no es fácil distinguir las picaduras de chinches de las de otros insectos. No obstante, hay algunos indicios que nos pueden ayudar a detectarlos. Por lo general, los chinches no abandonan a su fuente de alimento inmediatamente después de alimentarse, sino que siguen sobre ella pudiendo hacer varias picaduras en poco tiempo. Las picaduras, por lo general, aparecen como pequeños enrojecimientos redondos y levemente hinchados de la piel. Si encontramos más de un círculo enrojecido en la misma zona de la piel, generalmente alineados en poco espacio, es posible que nos encontremos con un caso de chinches. Estos insectos suelen picar en zonas descubiertas -o de fácil acceso- del cuerpo por lo que las picaduras en cuello o manos son habituales.
Otro de los graves problemas de este parásito es la facilidad con la que se propaga. Las chinches se adhieren a nuestra ropa, maletas y objetos personales, por lo que basta con estar durante algunos minutos (cuanto más tiempo, más riesgo) en una habitación infestada para que hayamos podido llevarnos algún insecto o sus huevos con nosotros. Podemos decir que las chinches son un parásito viajero y aquí es donde entra en escena el sector turístico.
Chinches en hoteles y albergues
Los hoteles son uno de los principales focos de peligro de propagación de chinches. En ellos se hospedan viajeros procedentes de muchos destinos diferentes y, en algunos casos, procedentes también de otros hoteles. La gran mayoría de los viajeros llegan limpios a un hotel, pero basta con que llegue un insecto en la ropa o la maleta de alguno de ellos para que el resto de los que se alojen en la misma corran el riesgo de llevárselo. Cada hembra pone entre uno y cinco huevos al día, lo que resulta más que suficiente para propagar la infestación rápidamente.
En la mayor parte de los casos, la culpa no es del viajero, que ni siquiera sabe que lleva encima semejante parásito, ni tampoco tiene que ser responsabilidad de otro hotel. El huésped puede haberlos traído de su propia casa, de casa de invitados o de algún otro espacio público que haya visitado. Las chinches no proceden necesariamente de estratos sociales bajos o marginales (si bien pueden abundar más en estos ambientes) y el grupo de población que tiene un riesgo más elevado que el resto es el de los viajeros, precisamente por su movilidad.
El riesgo se incrementa, especialmente, en los albergues juveniles ya que son muchas las personas que comparten habitación. Además, sus huéspedes suelen viajar más y en distintos medios de transporte. Una infestación en una habitación colectiva de un albergue puede hacer que diez nuevas personas se conviertan en potenciales transmisores.
Si has estado en un sitio donde crees que pudiera haber habido chinches, lo más honrado es comentárselo al recepcionista de tu próximo hotel al llegar. No obstante, es probable que te reciban muy mal si es el caso o, incluso, negarte la entrada, por lo que es lógico intentar quitarte de encima a estos parásitos por tu cuenta sin contárselo al recepcionista. Eso sí, si vas a casa de un amigo o un familiar, tiene que ser lo primero que le digas para que podáis resolver el problema.
Cómo deshacerse de las chinches
Si después de una noche en un hotel o albergue notamos picaduras, lo primero que deberíamos hacer sería comprobar a ver si ese tipo de picaduras se corresponden con las de chinches o son de otro tipo de insectos. Sea como sea, en todo caso deberíamos avisar a la recepción para que puedan hacer una inspección ocular en las camas y colchones y, de paso, que cambien las sábanas y almohadas de nuestra cama.
En nuestro caso, si tenemos sospechas de que hemos estado expuestos a los chinches, lo mejor que podemos hacer es intentar deshacernos de ellos cuanto antes para evitar transmitirlos a otros espacios o llevarlos a nuestra casa. Para ello, tendremos que buscar una lavandería y lavar absolutamente toda nuestra ropa y equipaje con agua caliente y meterla en una secadora a una temperatura mínima de 60 grados. Por supuesto, esto incluye la ropa que llevamos encima y hay que contar también con una ducha para nosotros. Las chinches se agarran a la ropa, pero también se pueden esconder en recovecos de carpetas, libros, papeles o aparatos electrónicos. En ese caso, lo mejor es meterlo en una bolsa de plástico de basura, cerrarla, sellarla y exponerla al calor (un día fuerte de sol podría valer).
Si sigues teniendo sospechas de que los bichos te siguen acompañando, repite el proceso todas las veces que sea necesario y, por precaución, no está de más que lo hagas también al volver a tu casa. Llevar una infestación a tu propia casa es lo peor que podría pasarte y, probablemente, requerirá la presencia de un exterminador profesional y enormes molestias.
Si crees que te has llevado las chinches a tu propia casa, busca el lugar donde se ocultan y sus huevos. Normalmente, no las verás directamente, pero podrás localizar su escondite gracias a sus excrementos, que parecen pequeños puntos negros, similares a manchas de bolígrafo. Si encuentras muchos de ellos en una zona, es probable que los insectos se oculten en las proximidades. Los huevos tienen un milímetro de largo, aproximadamente, y son de color blanquecino.
Busca en las costuras del colchón, en los canapés de la cama, en las alfombras o moquetas -si las tienes-, levanta los cuadros de la pared y mira en rodapiés y grietas de la pared o el papel pintado. Y, si has encontrado el escondite, llama a un profesional para que acabe con ellas, ya que intentar hacerlo por nuestra cuenta (con vapor de agua o sosa cáustica) resulta casi imposible.
Y, viajes o no, recuerda que la prevención es lo más importante. Cuidado al comprar muebles de dormitorio de segunda mano, así como edredones, colchas o sacos de dormir. Lava toda tu ropa con agua caliente y pásala por la secadora a 60 grados si tienes sospechas de que hay chinches en ella y actúa rápido ante cualquier sospecha de que puedes haber estado en un lugar con chinches.
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