¿Con qué futbolista se identifica tu forma de trabajar?

Hay muchos tipos diferentes de trabajadores. Casi tantos como tipos de futbolistas. Pero como una clasificación de tipos de trabajadores podría ser muy aburrida, hemos decidido que lo más divertido sería identificar nuestra manera de trabajar con un jugador de fútbol. ¿Tú cómo serías? ¿Un Vieri, un Romario o un Arbeloa?

Es este artículo te damos unas pequeñas ideas para que te asocies a ti o a tus compañeros de trabajo con el carácter de algunos jugadores de fútbol. Es un ejercicio bastante inútil, pero divertido.

1.- La estrella mundial

No pretendas engañar a nadie. Sólo hay un Messi y un Ronaldo y, si lo fueras, no estarías leyendo esta chorrada. En todo caso, estarías cuidando tu imagen personal o entrenando (aunque parece que uno de ellos ha dejado de hacer esto último desde hace algún tiempo).

2.- El pilar del equipo

Xavi Hernandez

Xavi Hernandez

No eres el número uno, pero eres imprescindible. Inteligente, sobrio, serio. Se te reconoce y se te admira, nadie se atreverá a hablar mal de ti y tu falta será irremplazable. Hablas lo justo, en el momento justo y con las palabras justas. El resto de tu tiempo te dedicarás a hacer como nadie las cosas que sabes hacer y evitar la polémica. Te sientes reconocido y te agrada que te traten como a un señor, pero en el fondo sabes y has aceptado que nunca serás el número uno del equipo. Tu sobriedad es tu talento, pero también será la diferencia que te impedirá ser una gran estrella. Es el gran mal de los medios centros.

Ejemplo – Xavi Hernández: El corazón del mejor FC Barcelona de la historia, pero eclipsado por el talento de Messi. Sobrio, elegante, inteligente, especialista en escoger la mejor opción, capaz de transmitir las órdenes de un entrenador con ego sin intervenir en ellas. Todo el mundo sabe lo que supone para el equipo, pero siempre será el número dos.

Otros jugadores: Xabi Alonso, Franz Beckenbauer, Franco Baresi, Caminero.

3.- El queridísimo, pero segundón

Roberto Carlos

Roberto Carlos

Te quieren mucho en tu trabajo. Tienes talento a raudales y se te valora muchísimo. Pero ni eres una gran estrella, ni eres un líder. Te necesitan porque tu calidad es brutal, pero a la hora de contar para el equipo eres un segundón. No tienes ni la buena imagen de la estrella, ni la capacidad de liderazgo del pilar del equipo. Eso no quiere decir que no pintes nada. Se te escuchará y se te recompensará tu trabajo generosamente, pero nunca tendrás la última palabra.

Ejemplo – Roberto Carlos: Era el más espectacular del Madrid de los galácticos. Después de un errático comienzo europeo en el Inter de Milán, llegó a Madrid, retrasó su posición y se convirtió en uno de los jugadores más admirados del equipo. Rápido, potente y con un auténtico cañón en la pierna, deleitó durante años a los aficionados del Bernabeu. Los aficionados le querían como al que más, pero su recuerdo vivirá a la sombra de Raúl y el Galáctico de turno.

Otros jugadores: Andrés Iniesta, Frank Lampard.

4.- El talento desperdiciado

Romario

Romario

Eres un talento en bruto, pero no has sido lo suficientemente responsable como para aprovecharlo. Haces lo que nadie puede hacer y se te ocurren ideas geniales. Tus momentos de inspiración son únicos y dejas en tu trabajo obras que se recordarán durante décadas. Pero tu carácter no te ha ayudado. O te has dejado tentar por los placeres de la vida, llegando al trabajo borracho; o tu carácter te ha podido y has provocado broncas allá por donde pasas. Al final, paras un tiempo en el equipo y te marchas. Cuando lo haces, paradójicamente se te recuerda como uno de los grandes por tus momentos de lucidez, pero en el fondo hay una sensación de alivio generalizado al verte marchar.

Ejemplo – Romario: Pocos jugadores de los 90 tenían el talento de Romario. Físicamente no era un prodigio, pero tenía una habilidad para el regate y una capacidad para el gol única en aquella época. Pasó por Holanda y de ahí al Barcelona, donde aún se le recuerda haciendo un destrozo monumental al Real Madrid en un 5-0 en liga. Fue campeón del mundo con Brasil. Pero era una personalidad demasiado difícil para quedarse demasiado tiempo en el equipo. Su paso posterior por Valencia fue aún más convulso. Dio con Valdano, que veía con buenos ojos su talento, pero acabó encontrándose con Luis Aragones. Su talento era único, pero siempre nos quedó la impresión de saber hasta donde podría llegar si hubiese trabajado mejor y se hubiese cuidado más.

Otros jugadores: Djalminha, Paul Gascoigne, Antonio Cassano, Mario Balotelli, Guti.

5.- El sobremotivado

Samuel Etoo

Samuel Eto’o

Por lo general, son trabajadores con tanto talento y energía que lo tienen todo para hacer grandes aportaciones al equipo. Pero ese exceso de motivación les acaba jugando malas pasadas. Tienen tantas ansias de poner de su parte y tanta fuerza a la hora de hacer su trabajo que les cuesta mantener la calma que a veces requieren situaciones complejas en la organización. Ponen tanto de su parte que les revienta que otros no puedan seguir su ritmo y acaban echándoselo en cara provocando conflictos. Son queridos por su compromiso y su generosidad en el esfuerzo y muchas veces la relación es de constantes cambios entre amor y odio, pero ,en el fondo, muchos respiran aliviados cuando se van. En el fondo, son los tipos que te gustaría tener a tu lado en una trinchera, pero no en una competición de ajedrez.

Ejemplo – Samuel Eto’o: Eto’o es uno de los futbolistas más pasionales y comprometidos que puedes encontrar en tu equipo. Un talento natural de enorme sacrificio en el campo, pero a veces difícil de encajar en organizaciones. El Real Madrid lo trajo de Camerún y se formó en el Leganés y en el Mallorca. Estaba como loco por jugar en el Bernabeu y lo demostraba cada vez que podía, pero no le surgió la oportunidad. En el Mallorca tuvo una relación de amor y odio constante con Luis Aragonés y, pese a su pasado madridista, disfrutó en el Barcelona y consiguió el cariño del público de allí. Pero algo no encajó y Guardiola se lo quitó de enmedio cuando pudo. Curiosamente, Mourinho consiguió aprovechar en el Inter esa fuerza desbocada.

Otros jugadores: Zlatan Ibrahimovic.

6.- El espartano

Álvaro Arbeloa

Álvaro Arbeloa

Es una pequeña variante del sobremotivado, pero con una notable diferencia: los espartanos saben que no van sobrados de talento y utilizan su coraje para compensarlo. El espartano, por lo general, ha llegado a un lugar que no le corresponde por su talento y siente que tiene que defenderlo con uñas y dientes porque a las primeras de cambio prescindirán de él. Suple la falta de talento con esfuerzo ilimitado y la voluntad de convertirse en un empleado modelo. A veces puede parecer un pelota, aunque no tiene por qué serlo. A este perfil se le tiene cariño dentro de la impresión de superioridad que genera en los compañeros. Su esfuerzo por hacer las cosas bien le hace ganarse las simpatías de las clases medias de la organización, aunque en las clases altas se le castiga por su escasa calidad y su excesiva fidelidad.

Ejemplo – Álvaro Arbeloa: Es un jugador con una personalidad tremenda. Todo el mundo cuestiona su calidad para jugar en el Real Madrid y en la Selección Española, pero siempre está ahí. Sabe que tiene que darlo todo en cada partido para garantizarse su puesto y no racanea en el esfuerzo. Sabe, también, que sus decisiones tienen que ser drásticas y que no puede permitirse estar entre dos aguas. Asumió la fidelidad a Mourinho cuando tuvo que decidirse y ésta le permitió seguir siendo alguien en la plantilla, pese al odio que generó en otra parte.

Otros jugadores: Carlos Secretario, Salva Ballesta.

7.- El que no pudo llegar a estrella

Alfonso Pérez

Alfonso Pérez

Es un perfil agridulce. Suelen ser trabajadores que han destacado mucho en su juventud y a los que se les ha pronosticado un futuro brillante. Son muy buenos y lo han demostrado, pero por alguna razón -generalmente porque se han cruzado con alguien mejor en su camino o una lesión les ha frenado- no han podido ocupar el lugar que esperaban en la vida y han ido a dar a una organización más humilde. Allí han sabido dar lo mejor de sí mismos y se han convertido en verdaderos ídolos. Les adoran y han hecho historia. En su nueva organización darían todo por ellos. Pero, por alguna razón, sobre su persona siempre pende el sambenito de que podía haber llegado a más.

Ejemplo – Alfonso Pérez: Alfonso fue la gran esperanza de la cantera del Real Madrid inmediatamente después de la partida de la Quinta del Buitre. Un jugador joven, con mucho talento y de la casa. Parecía que iba a tener oportunidades en el equipo, pero un mal momento económico del Madrid hizo que tuviera que salir al Betis de Lopera. Allí lo fue todo. Uno de los jugadores más importantes de la historia del equipo. Tuvo la oportunidad de volver a intentar dar el salto a esa gran élite que se le había escapado, pero su paso por el Barcelona se saldó con otro gran fracaso. Fue una personalidad en el fútbol español de los 90, pero siempre le queda la espinita clavada de haber podido llegar a más.

Otros jugadores: Juan Carlos Valerón.

8.- El satisfecho con lo que tiene

Matt Letissier

Matt Letissier

Es el perfil laboral más romántico de todos los que veremos aquí, pero cada vez menos habitual. Son trabajadores que han puesto por delante su felicidad personal que su carrera profesional. Suelen ser personas que han llegado a un sitio donde se sienten muy cómodas y que, aun teniendo potencial para alcanzar metas laborales más importantes, han decidido que no se mueven de su sitio. En la organización que los acoge se convierten en auténticas leyendas históricas y se llevan todo el cariño de los aficionados. Sin embargo, en la vida moderna se les acusa muchas veces de cobardía o falta de ambición por no haber intentado dar el salto a una organización mayor.

Ejemplo – Matt LeTissier: Uno de los futbolistas ingleses con más talento de los años 80 y 90. Un fantástico delantero que pasó toda su carrera deportiva (16 años) en el modesto Southampton. Internacional en muchas ocasiones con la selección inglesa, tuvo decenas de ofertas para cambiar de equipo y jugar en los mayores clubes de Inglaterra, pero siempre puso su vida personal por delante. Se sentía bien en el club y en la ciudad y le gustaba cuidarse, disfrutar de la vida y tomarse una pinta o dos de vez en cuando. Debió ser feliz así cuando se quedó tanto tiempo en el mismo club.

Otros jugadores: Francesco Totti, Mágico González.

9.- El veterano que manda mucho

Sergio Ballesteros

Sergio Ballesteros

En todas las organizaciones hay alguien que peina canas y se las sabe todas. Por lo general, llevan bastante tiempo en el equipo, pero también se pueden adaptar muy rápido a lo que hay. Son perros viejos, se hacen respetar, saben de lo que hablan y, a veces, mandan más que los propios directivos. Su ascendente entre el resto de trabajadores es importante, por lo que su peso en la organización acaba siendo fundamental. Se les tiene respeto, muchísimo respeto, y, si el veterano lleva mucho tiempo en el puesto, se le suele unir el cariño. Pero son un arma de doble filo para las organizaciones. Si se consigue que se alíen con los directivos, son un gran apoyo; pero si sus intereses van en contra, son capaces de destruir toda la organización.

Ejemplo – Sergio Ballesteros: Un veterano que había pasado por muchos equipos de mitad de tabla -Tenerife, Villarreal, Rayo Vallecano o Mallorca- y que volvía a retirarse en el Levante, su primer club. Su llegada coincidió con el mejor momento de la historia del club y, como capitán y gran veterano, se hizo el rey del vestuario. Imponía dentro y fuera del campo e incluso se permitía lujos como ganarle en un sprint a Cristiano Ronaldo. Fue el líder indiscutible de un vestuario en su mejor momento. Pero algo pasó en el vestuario durante el descanso de un Levante-Deportivo de la Coruña y se desató una guerra abierta en el club, con Ballesteros como uno de los grandes protagonistas. El ídolo de la afición acabó la temporada despedido por el club.

Otros jugadores: David Albelda.

10.- El que explotó tarde

Milinko Pantic

Milinko Pantic

Nunca fuiste especialmente admirado o reconocido, también porque nunca te destacaste en nada. Sin embargo, de repente, aparece un entorno, un momento o una situación determinada en la que te sientes cómodo y acabas sacando un talento que nadie sabía que tenías. A tu alrededor se vive, entonces, una mezcla de situaciones. Por una parte, la admiración de quienes no esperaban semejante despliegue de talento. Por otra, la frustración de pensar que por qué no había llegado antes. Pero, en el fondo, todos disfrutan de tu momento dulce.

Ejemplo – Milinko Pantic: Un centrocampista yugoslavo poco conocido, ya casi veterano, calvete que llegaba del desconocido Panionios griego al Atlético de Madrid. Un jugador segundón en todo caso, casi carne de banquillo. Pero, de repente, de la nada se consagró como uno de los jugadores con mejor toque de balón en el fútbol español en las últimas décadas y fue clave en la liga que conquistó el Atlético de Madrid en 1996.

11.- El decepcionante

Robert Prosinecki

Robert Prosinecki

Todas las miradas estaban puestas en ti. Te han fichado como la gran estrella y te pagarán como tal. Han preparado tu organización para que tú seas el número uno pero, cuando hay que dar el callo, tu rendimiento es pésimo. O no te encuentras bien de salud, o no te sientes motivado o, simplemente, no eres lo que otros pensaban que eras. A los pocos meses ya se han hartado de ti y sólo piensan en cómo quitarse de encima el marrón que les ha caído.

Ejemplo – Robert Prosinecki: Llegó al Madrid a principios de los 90 con el cartel de uno de los mejores futbolistas de la época y la Copa de Europa recién conseguida con el Estrella Roja de Belgrado. Empezó a jugar y mostró una tremenda fragilidad física. Se pasó casi toda la primera temporada lesionado. Luego nos enteramos que se cuidaba poco. En el Madrid hicieron lo posible por quitárselo de encima cuanto antes e incluso les costó algo de dinero que se fuera cedido al Oviedo donde, por cierto, no lo hizo mal. Luego, Sevilla y Barcelona certificaron su fiasco.

Otros jugadores: Kaká, Denilson, Mendieta, De la Peña.

12.- La promesa que nunca llegó a lo que se esperaba

Paco Llorente

Paco Llorente

Entras en una empresa muy joven y con un cartel muy prometedor. Has sido muy bueno en tu formación y muestras señales de inteligencia muy superior a la media. Todo el mundo se hace grandes ilusiones contigo y alaban cada pequeño logro de tus primeros meses. Pero, poco a poco, la gente se empieza a dar cuenta de que no eres tan especial y que no estás a la altura de lo que prometías. A tu alrededor se genera un sentimiento de decepción y tú tienes dos opciones: buscar otro lugar donde no tengan esas expectativas sobre ti o intentar adaptarte a la clase media de tu trabajo.

Ejemplo – Paco Llorente: Era el sobrino de Gento y venía de asombrar en el Atlético de Madrid. Un extremo joven, rápido y habilidoso. El Madrid de Mendoza hizo una triquiñuela y lo incorporó a su plantilla. Pronto nos dimos cuenta de que no tenía sitio en el equipo titular. Durante algún tiempo hizo las cosas muy bien, se especializó en revolucionar partidos y cuajó una memorable segunda parte en un partido de Copa de Europa en Oporto de la que vivió mucho tiempo. Pero nunca consiguió convertirse en titular. Acabó sus días de fútbol en un más que decente Compostela.

Otros jugadores: Bojan Krkic, Portillo, Babangida.

13.- El jornalero del balón

Ricardo

Ricardo

Es la categoría de trabajador que engloba a casi todo el mundo. Eres un tipo normal, tienes tus puntos fuertes y débiles, pero no eres especialmente bueno, ni malo. Durante tu carrera tienes algún momento dulce en que encadenas tres o cuatro éxitos y puedes llegar a pensar que te mereces algo más, y otros en los que flojeas y se te pone en cuestión. Sin embargo, el balance de tu rendimiento es bastante equilibrado. Tendrás una carrera laboral convencional, con tus cambios de organización, y -acabes donde acabes- cuando te retires siempre te harán un modesto homenaje con una plaquita y te llevarás el cariño de la afición por tu esfuerzo continuado.

Ejemplo – Ricardo: Salió de la cantera del Atlético de Madrid y tuvo etapas de titularidad en aquel equipo, pese a que nadie lo consideraba como un gran portero. Continuó su carrera por equipos de la parte media-baja de la tabla, destacando por su fiabilidad y sobriedad. Alguna vez sonó como portero suplente para alguno de los grandes y su buen hacer silencioso llegó a llevarle al banquillo del Mundial de Corea después del incidente de Cañizares y su botella de colonia. Dio sus últimos años de fútbol a Osasuna, manteniendo un nivel muy aceptable. Se fue con el cariño de su público.

Otros jugadores: Más de la mitad de los porteros y defensas de primera y segunda división.

14.- El que no encuentra su sitio

Christian Vieri

Christian Vieri

Son trabajadores a los que rodea un halo de misterio. Son buenos, hacen bien las cosas, no dan problemas en sus organizaciones y todo el mundo está satisfecho con ellos. Pero ellos no paran demasiado tiempo en el mismo sitio. A veces no les gusta la empresa, otras no se sienten cómodos en la ciudad, no encuentran motivación o quieren probar en otras empresas con más ambiciones. Son buenos y lo han demostrado, así que no tienen problemas para encontrar nuevos puestos en empresas de similar categoría. Se les aprecia por lo que dan, pero todo el mundo se pregunta por qué cambia tanto de sitio y piensa que le podría haber ido mejor pasando varios años en el mismo sitio.

Ejemplo – Christian Vieri: Torino, Pisa, Ravena, Venecia, Atalanta, Juventus, Atlético de Madrid, Lazio, Milán, Mónaco… Salvo cinco años estables en el Inter de Milán, Vieri iba saltando en sus buenos tiempos por equipos punteros del panorama europeo. Un excepcional jugador que no tenía miedo de cambiar de aires. En España, por ejemplo, con la afición del Atlético entregada, le reventó meterle él solito 4 goles al Salamanca y acabar perdiendo el partido.

15.- El que se le echa de menos sólo después de que se fue

Claude Makelele

Claude Makelele

Es ese tipo que se sienta en una mesa de la esquina, no levanta la cabeza en todo el día, no conoces demasiado bien y que si tuvieras que nombrar a tus compañeros siempre sería el último. Pero su trabajo es discreto y excepcional. Simplemente, parece invisible. No se le nota llegar, ni se le nota irse. Cuando la empresa necesite prescindir de alguien, será de él o, quizá, sea él el que tome la puerta cuando no se le tome demasiado en cuenta para ascensos o aumentos de sueldo. Ese día es el primero que empiezas a darte cuenta de lo importante que era para el trabajo y empiezas a lamentarte por haberlo perdido. Los lamentos duran meses, incluso años…

Ejemplo – Claude Makelele: En el Madrid de los galácticos, Makelele era un fijo del centro del campo, aunque nadie reparaba en él. Pocos se compraron su camiseta y pocos le nombrarían como uno de los puntales del equipo. Llegó del Celta sin hacer ruido y ocupó una posición muy desagradecida, trabajando para que el resto del equipo brillara. Llegó el Chelsea e hizo una buena oferta por él y alguien pensó que no era imprescindible y que podía irse. El Madrid pasó años lamentando su marcha.

16.- El apagafuegos

Rolando Zárate

Rolando Zárate

Es un perfil agradecido, que tiene mucho que ganar y poco que perder. Ocurre cuando la organización está en crisis, en caída libre y, de repente, contactan con alguien con talento que -por casualidad- no está en la élite o tiene que reivindicarse. Se une a la empresa y, si muerta esfuerzo, se le hará responsable de todo lo bueno que pueda llegar. Todos asumen que la situación es desesperada, con lo que si todo acaba mal no será por su culpa; mientras que si la cosa remonta, se irá de la organización como un héroe.

Ejemplo – Rolando Zárate: El 2000 estaba siendo un mal año para los delanteros del Real Madrid. En un momento de la temporada se lesionaron a la vez Raúl, Morientes, Anelka, Savio y Balic, lo que dejaba al equipo en una difícil situación. Fue el año de la octava, pero el equipo en Liga se estaba descolgando demasiado y tenía muchos problemas de bajas. Así llegó al primer equipo un joven argentino que jugaba en el Castilla y que marcó un par de goles que supusieron victorias importantes. Zárate se convirtió en un pequeño ídolo… sólo por unas semanas, porque cuando los lesionados se recuperaron, volvió al Castilla y su efímera fama se evaporó.

17.- El alma de la fiesta

Pepe Reina

Pepe Reina

Es el típico compañero que da igual cómo lo haga en su trabajo. Siempre le recordarás por cosas que no tienen nada que ver con sus tareas. Puede ser el mejor técnico del mundo, pero cuando te pregunten por él lo primero que dirás es «es un cachondo» y recordarás las anécdotas de la fiesta de Navidad de la empresa.

Ejemplo – Pepe Reina: Campeón del mundo, doble campeón de Europa, tres veces mejor portero de la Premier League, jugador de equipos como el Barcelona, el Liverpool o el Nápoles. Y, sin embargo, lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en este porterazo son sus apariciones estelares en las celebraciones de los títulos. Todo un cachondo.

18.- El eterno suplente

Monchi

Monchi

Eres un segundón y lo sabes. Estás en la organización para dar apoyo puntual a los que cortan el bacalao y tienes que aceptar ese rol. A veces lo haces pensando en que en algún momento te llegará la oportunidad, pero en otras ocasiones no te sientes mal estando en segundo plano, pendiente de que haya una emergencia que te haga imprescindible. En el fondo, no es tan incómodo. No sufres el desgaste del primer plano y cobras igual por un trabajo mucho más tranquilo. Puedes ser el número 12 ó el 17 y lo sabes, pero te compensa por un tiempo. Pero habrá un momento en que quieras volver a la acción y dejarás el aburrimiento del banquillo.

Ejemplo – Porteros suplentes de los años 80 y 90 (Iru, Monchi, Meléndez): Eran hombres de club y porteros suplentes profesionales. En ocasiones venían de una buena temporada en equipos pequeños y aceptaban su rol secundario en un grande; en otras, simplemente estaban en el banquillo desde tiempos inmemoriales. Jugaban poco, más bien nada. Sólo cuando se lesionaba el portero titular (qué tiempos aquellos donde no se llevaban las rotaciones). Ahí estaban, en el banquillo, haciendo equipo.

19.- Rectificar el error

Gerard López

Gerard López

Segundas partes nunca fueron buenas, al menos eso es lo que dicen. Pero hay quien tiene que acabar suplicando a un trabajador que echó o dejó marchar para que vuelva. Hay momentos en una empresa en que no hay espacio para más trabajadores o, simplemente, te equivocas con uno de ellos y le dejas abierta la puerta a alguien con talento que empieza una nueva carrera en otra parte y empieza a brillar. Te lamentas entonces de haberle dejado marchar y te toca tirar de talonario para volver a atraerle.

Ejemplo – Gerard López: Un joven tremendamente prometedor de la cantera del Barcelona, al que dejaron escapar por falta de oportunidades poco tiempo después de haber llegado al primer equipo. Se fue entonces al Alavés y, de allí, al Valencia, donde jugó tan fantásticamente que el Barcelona quiso volver a ficharle pagando una millonada.

Otros jugadores: Juan Eduardo Esnáider, Cesc Fábregas, Dani.

20.- El que ha ido a retirarse

Ruud Van Nistelrooy

Ruud Van Nistelrooy

Es un perfil que siempre está bajo sospecha. Por lo general, es alguien de gran talento que ya ha dado lo mejor de sí en grandes organizaciones y busca una opción con menos responsabilidades o más relajada para sus últimos años de trabajo. Los resultados pueden ser muy buenos, o muy malos. Si el trabajador está en buenas condiciones físicas e intelectuales, puede ocurrir que se encuentre a gusto trabajando con menos presión y sea capaz de dar unos últimos años fantásticos. Sin embargo, puede pasar también que esté de vuelta de todo y no tenga ninguna voluntad de esforzarse, lo que le granjeará la antipatía de todo el resto de la empresa.

Ejemplo – Ruud Van Nistelrooy: Un delantero ejemplar en el Manchester United, que ya llegaba al Real Madrid para retirarse y se encontró posteriormente con la posibilidad de pasar un par de años en Málaga despidiéndose del fútbol. Las lesiones no le respetaron, pero cuando estaba fino dejó detalles de mucha calidad y sacrificio por el equipo. Todo el mundo sabía que estaba de vuelta, pero se le agradeció que aportara lo que le quedaba en un entorno con mucha menos presión.

Otros jugadores: Emilio Butragueño en el Atlético Celaya, Raúl González en el Schalke 04.

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