• La hora oficial de Portugal es una hora menos que España (mejor dicho, que la España peninsular y Baleares, que luego se en Canarias). Conviene acordarse de ello y actualizar la hora del reloj al llegar al país si no se quiere llegar tarde a las citas, medios de transporte o encontrarse tirado a la puerta de un museo porque aún no ha abierto.
• Sé educado, amable y paciente. Los portugueses son personas por lo general muy agradables, pero agradecen mucho la formalidad y la educación de sus interlocutores. Si es turista o está de paso, recuerda utilizar siempre palabras como “por favor” o “gracias”. Suena raro decirlo, pero hay turistas que parecen haberlo olvidado.
• Recuerda también que en Portugal no se habla tu idioma, por lo que nadie está obligado a entenderlo. Si pretendes que te entiendan en español en la tienda o que te hablen más despacio cuando te responden, prueba a tener paciencia.
• El calzado comodo no está de más a la hora de explorar el centro de la ciudad de Oporto. Los desniveles para ir a la Ribeira son cansados -y pueden resbalar si el suelo está mojado- y los tradicionales adoquines portugueses son malos amigos de los tacones.
• Si vas a estar más de un día en Oporto, la ciudad se puede conocer perfectamente en unas horas, así que no está de más planear alguna excursión a ciudades cercanas durante el resto de los días que estés por allí.
• Al ir a cenar a un restaurante, cuidado con los platos que hay o ponen sobre la mesa antes de comenzar la comida. Las entradas tipo queso, aceitunas, mantequilla o patés no son un regalo de la casa y se pagan, a veces incluso más caras que la propia comida. Error típico de los visitantes españoles.
• Salvo en sitios turísticos como en la Ribeira, se come y se cena antes que en España. En la cena, hay restaurantes más flexibles; pero en la comida, si se espera mucho tiempo para sentarse a la mesa, puede que sea demasiado tarde. A partir de las dos ya resulta tarde para comer y hay muchos restaurantes que a las tres tienen la cocina más que cerrada.
• Las bodegas de vino de Oporto son muy interesantes de visitar, pero no hace falta ver más de una para hacerte una idea de lo que hay allí: vista una, vistas todas.
• Si alguien ha estado ya en Oporto y se ha traído su tarjeta Andante para el transporte público, que te la traiga. Así no tendrás que comprarla al llegar, aunque el precio es muy bajo, o -más útil aún- podrás tener más de una tarjeta para cargar billetes de varias zonas diferentes. Si piensas moverte mucho por la ciudad en transporte público, el billete de un día es una opción que deberías tener en cuenta.
• Es fácil colarse en el metro, pero los revisores existen y las multas son altas. Acuérdate, además, de que aunque hayas cargado el billete en la tarjeta Andante, es obligatorio validarla pasándola por delante de los lectores que están en las estaciones o en la entrada del autobús. El Metro es la manera más sencilla y rápida de moverse por la ciudad. De todos modos, la mayor parte de las atracciones turísticas pueden visitarse yendo a pie.
• Si llegas en coche desde España, pon gasolina antes de llegar a la frontera. Es mucho más barata.
• Los portugueses son conductores bastante respetuosos dentro de la ciudad, pero se transforman en las carreteras. Respeta al máximo las normas de circulación y sé especialmente cuidadoso en la carretera. Y no, no te van a perdonar las multas por ser extranjero.
• Los peajes de las autopistas son, por norma general, bastante caros y, además, en alguna de ellas han implantado recientemente un sistema de pago sin cabina complicado de entender. Infórmate si tu ruta pasa por alguna de estas autopistas.
• La lluvia es bastante frecuente. Si vas fuera de la época de verano, no está de más que lo tengas en cuenta a la hora de meter algo en la maleta.