Llevamos bastante tiempo recibiendo correos electrónicos de destinos, hoteles y empresas turísticas que quieren presentarnos sus servicios o darse a conocer. Cada uno de ellos con una estrategia, un tono y un mensaje; pero también con muchas cosas que podemos leer entre líneas sobre cómo es, de verdad, la empresa que nos escribe. Si estáis en el otro lado de la industria, quizá os interese saber qué es lo que más valoro en este tipo de mensajes.
Cada día nos llegan nuevos mensajes, notas de prensa o propuestas para escribir sobre establecimientos o nuevos servicios turísticos. Afortunadamente, el agobio no es tan grande desde que la irrupción hace un año de Google Penguin hizo que las insistentes peticiones de intercambio de enlaces desaparecieran casi por completo, pero se ha visto sustituido por las comunicaciones directas de empresas o gabinetes de comunicación que pretenden que des a conocer su servicio -la mayor parte de las veces sin ofrecer nada a cambio-.
El tiempo no abunda y muchas no podemos ni siquiera evaluarlas. El trabajo de quien nos escribe es, precisamente ese, escribirnos; pero el nuestro no suele ser responder a sus peticiones. Por tanto, muchas veces no tenemos tiempo para responder y otras muchas, directamente, el mensaje no nos ha llamado la atención.
Lo que llama mucho la atención es que los departamentos de marketing cuiden hasta el más mínimo detalle los mensajes de venta al público, pero descuiden tanto los mensajes que envían a otro tipo de clientes -aquellos que no compran, pero sirven como herramientas de promoción para que otros lo hagan-. Mensajes impersonales, más comerciales que humanos, estandarizados y sin personalizar, fríos y sin ningún tipo de pasión por el producto que ofrecen, demasiado halagadores, soberbios, exigentes o poco empáticos, entre muchos otros calificativos que se pueden hacer.
Otros, en cambio, consiguen conquistarnos desde el primer momento: humildes, amables, claros, precisos, breves, sin trucos y que nos hablan de tú a tú.
Después de recibir cientos de mensajes con peticiones de colaboración en el buzón, he elaborado un breve decálogo sobre algunos puntos que me ayudarían mucho a considerarte mejor a la hora de recibir tu correo. Espero que te sean de ayuda.
Diez sugerencias sobre cómo me gustaría que me contactaras
1.- Saluda y despídete cordialmente:
Aunque no nos conozcamos de nada y nuestra relación vaya a ser exclusivamente laboral, valoro mucho un saludo y una despedida cordiales. Un «Hola. Espero que todo vaya bien» para comenzar y un «Estoy a tu disposición para lo que necesites. Muchas gracias por tu atención. Recibe un cordial saludo» para acabar te harán empezar con buen pie. Si ya me saludas por mi nombre de pila, ganas muchos más puntos.
2.- Habla conmigo de persona a persona, no de empresa a empresa:
Si alguien te pidiera que le escribieras a un conocido para explicarle lo que haces, lo harías de una manera diferente a si estuvieras haciendo la presentación de una empresa a un cliente. Yo agradezco la seriedad y la formalidad de una presentación comercial, pero me motiva más escuchar a la persona que a la empresa. Entre otras cosas, porque sólo alguien que es capaz de transmitir ilusión por lo que hace puede dar origen a un artículo especial.
3.- Me interesa lo que haces y cómo lo haces para que resulte diferente, no quién eres:
Muchas personas vienen con proyectos en los que se alardea del currículum de los impulsores, alianzas con grandes compañías, referencias en medios de comunicación o volumen de la inversión del business angel de turno. Cuanto más clónico es el producto, peor. Que cuando me escribas el protagonista sea el producto en sí y no otros factores externos. No tienes mucho tiempo para presentarte y tienes que procurar que lo primero que presentas sea lo mejor que tienes. Si lo que enseñas primero son los socios o la inversión, pensaré que el producto que tienes vale muy poco por sí mismo.
4.- Si vas de rico, no seas miserable:
Es una de las cosas que más me revienta. Empresas que llegan a ti alardeando de grandes inversiones, de mucho capital, de alianzas con los líderes del sector, te piden un artículo, un enlace o una referencia y -a la hora de ofrecerles la posibilidad alternativa de insertar publicidad ante la falta de interés por lo que te proponen- se niegan a ofrecerte nada a cambio.
5.- Transmite la pasión por tu producto, si es que la tienes:
Es la gran diferencia entre cuando te escribe una PYME o una empresa de reciente creación y una de las grandes del sector turístico. Cuando te escribe el propietario o alguien que realmente está implicado en la creación y el crecimiento de la empresa transmite un entusiasmo y ganas que no suelen tener algunos gestores de afiliación o responsables de comunicación. Sea cual sea tu puesto, sólo si tienes interés por el producto serás capaz de inspirarme. Y, para reconciliarme con los gestores de afiliación, tengo que citar también casos de plena implicación con el producto como el de Juan Antonio Gamero (autor de Rumorismo Travel y gestor de afiliación de una empresa de apartamentos), que -aunque quizá algo pesado- consiguió transmitirme suficientemente bien su producto como convencerme a probarlo.
6.- Dime lo que quieres desde el primer momento:
Hay algunos correos que parece que te tantean. Te cuentan lo que hacen, quiénes son y dónde están, pero sin nada concreto. La mayor parte de ellos son tan difusos que no respondo, pero si algún producto me gusta sí que puedo contestar y pedir más información. Pues bien, es muy frustrante escribirte de vuelta para saber cuáles son esas ideas de colaboración que tienes y que me pidas cosas tan poco interesantes como que te escriba un artículo o te incluya un banner. Si se te ha ocurrido una idea original de colaboración, dímelo en el primer correo para que pueda evaluarla y no perdamos el tiempo en una conversación que no llevará a nada. Además, si en el futuro quieres volver a ofrecerme algo, habrás quemado tu cartucho inicial y tendrás que esforzarte más por presentarme algo interesante.
7.- Recuerda que eres tú el que te estás «declarando»:
Y eso implica que tú tienes que conquistarme y llevar la iniciativa para intentar convencerme de que juntos estaremos mejor que separados. Muéstrate interesante y despliega tus encantos, pero asume que tendrás que conquistarme desde la humildad. Evita la arrogancia, pero tampoco vayas de pagafantas por la vida. Quizá no salga bien. Quizá tu producto sólo me interese como cliente y no como editor. Quizá me permita el lujo, incluso, de ser un poco borde contigo para ponerte a prueba. Quizá no estemos hechos el uno para otro. En fin, nada que no sepas ya por otras facetas de la vida. Y, si necesitas inspiración, la red está llena de gente que cuenta sus historias de amor.
8.- Asegúrate de poder ofrecerme una relación en la que ambos salgamos ganando:
Algo que me sienta fatal es sentir que me han tomado por un tonto útil y que yo he dado algo que ha supuesto valor a la otra parte a cambio de nada. Si tienes algo que ofrecerme, asegúrate de que los dos salgamos ganando algo con ello y que, además, lo que yo gane tenga un valor similar a lo que tú ganas. Conceptos como visibilidad, prestigio, cooperación con una compañía renombrada me son absolutamente inútiles si lo que tú ganas es dinero. Si quieres que hable de tu destino, ofréceme las herramientas para conocerlo mejor. Si quieres que te mencione en un artículo, ofréceme una exclusiva que realmente valga la pena y me lleve miles de lectores el día de su publicación. Si quieres que te ponga un banner… eso se llama publicidad y tiene un coste económico.
9.- Respeta mis tiempos y, si no respondo, asume que no me interesas:
Entre las funciones de tu trabajo está escribirme, lo entiendo. Pero entre las funciones del mío no está responderte. Los medios con los que cuento son escasos y el tiempo es el más escaso de todos. Cada vez que respondo tu correo estoy quitándome tiempo de hacer otras cosas. Son cinco minutos, me dices. Pero no eres tú solo el que me escribe. Por tanto, espero que entiendas que a veces no quiero responderte y lo tomes como un «gracias, lo siento, no me interesa» por respuesta. Lo mismo ocurre con los tiempos de respuesta. Me escribes sin saber dónde estoy y qué hago, si estoy bien de tiempo, ocupado o en la cama con gripe. Si te quiero responder, igual no lo puedo hacer hoy, ni mañana. Pero si me interesa, ten por seguro que te escribiré más tarde o más temprano. Nunca uses en tu correo fórmulas que lleven implícito que tengo que darte una respuesta. El «quedo a la espera de tu respuesta» sólo deberías usarlo cuando ya nos conocemos y estamos tratando. Si lo haces la primera vez, te condenaré al silencio. Y, peor aún, no insistas si no has recibido respuesta. Me enfado muchísimo.
10.- Cualquier elemento que me haga sentir que tu mensaje está personalizado para mí contará en tu favor
Yo entiendo que muchos de vosotros tenéis una plantilla y vais copiándola y pegándola en todas las direcciones que encontrais. A nadie le culpo por ello. Pero lo que sí valoro muy positivamente es cuando alguien me hace una referencia personal en el mismo. Aunque sea algo tan sencillo como saludar por el nombre. Hay muchos que utilizan el truco de decir «me gusta mucho tu blog» con la esperanza de llegarte al corazón, pero hasta esa parte está copiada igual para todos. Algo tan sencillo como «te he encontrado buscando…», «te he conocido por…», «me ha hablado de ti tal persona…» o un sencillo «he estado leyendo tu artículo sobre tal destino y me ha venido muy bien para mi próximo viaje» hacen que reciba cualquier correo mucho más abierto a responder.
En el próximo artículo veremos algunos ejemplos de los correos que llegan a nuestro buzón y cómo algunos lo hacen muy bien y otros no acaban de conectar con lo que estamos buscando.
He entrado al blog y quería contactar contigo en privado pero no he visto que tengas una pestaña de contacto :s
La tienes en nuestra página de inicio: http://www.voyainternet.com 😉
Gracias por la información, me ha sido de utilidad. Un beso.