Desde hace un par de semanas estoy saliendo a correr por la Casa de Campo de Madrid, con muy buenas sensaciones. Para quien no la conozca, se trata del gran pulmón de la ciudad, un extenso bosque que ocupa buena parte del suroeste de la ciudad y desde el que se puede combinar un paseo por la naturaleza con muy buenas vistas de la ciudad. Ayer probé con una experiencia nueva: añadí al entrenamiento la cámara de mi teléfono móvil, con lo que -al bienestar de una buena carrera- pude añadir una serie de fotos al atardecer que hoy compartiré con vosotros junto con mi ruta.
La Casa de Campo de Madrid ha sido, tradicionalmente, el parque de los domingueros capitalinos. Durante años, era muy tradicional montar en el coche las sillas y la mesa de camping o, simplemente, el mantel de flores o la manta de picnic y pasar los domingos en familia compartiendo una tortilla y unas cervezas. A esta costumbre se fueron uniendo también los emigrantes que llegaban de diversos países de Latinoamérica, que eligieron algunas de sus zonas como punto de encuentro. También los tradicionales bares y restaurantes del Lago suelen estar abarrotados los domingos que hace buen tiempo. En otros puntos del parque, también se encuentran el Zoo y el Parque de Atracciones, lo que ha vinculado durante muchos años a esta zona de Madrid con el ocio.
Durante los años 90 el gran bosque de Madrid se fue degradando debido a la creciente prostitución que existía en las carreteras que lo recorrían. No obstante, también en esa época empezó a ser cada vez más popular entre los ciclistas -sus caminos de tierra ya lo eran entre los corredores desde hacía muchos años- que vieron como los domingos se cerraba a la circulación buena parte de sus carreteras interiores y les dejaba un fantástico espacio para dar una vuelta en bicicleta.
El cierre al tráfico de la Casa de Campo a finales de la pasada década facilitó que desapareciera la prostitución de las zonas interiores del parque, a las que ya no se podía acceder en coche, y dejó las carreteras asfaltadas a disposición de los ciclistas y los corredores. A día de hoy, la prostitución ha quedado limitada a las zonas por donde se puede circular cerca del Zoo, el Parque de Atracciones y una zona cercana a la M-30, lo que ha convertido al interior de la Casa de Campo en un lugar excepcionalmente tranquilo durante el día, que -no obstante-, sigue siendo poco recomendable por la noche dada la falta de iluminación de muchas zonas.
En la carrera de la jornada de ayer, hice un poco menos de 15 kilómetros en una hora y tres cuartos, con frecuentes paradas para fotografiar. Alterné caminos de tierra y asfalto y la orientación fue bastante sencilla. Dado que fuimos por la tarde, cando teníamos el sol de frente nos dirigíamos hacia el oeste y cuando lo teníamos de espaldas y veíamos los edificios de Madrid al fondo nos dirigíamos hacia el oeste. En el caso de cansarnos en el camino, teníamos salidas sencillas por el este -hacia Príncipe Pío y Lago-, el sur -hacia Batán- y el oeste -hacia el Metro Ligero de Pozuelo y Somosaguas-.
Esta fue la ruta de mi carrera:
Comenzamos nuestra carrera en Príncipe Pío, a donde llegamos en Metro. Entramos por la Puerta del Rey, desde donde tenemos aproximadamente 700 metros hasta llegar al Lago de la Casa de Campo, que será nuestra primera referencia. Hay que tener un poco de paciencia hasta encontrarse a gusto en la carrera. Es más, estos primeros metros son para buscar el ritmo. No desesperes si te sientes cansado. El camino parece llano hasta llegar al cruce con la carretera, pero en realidad tira un poco hacia arriba, con lo que la impresión de cansancio al principio está favorecida por ello.
Recuerda también que, a medida que nos vamos dirigiendo hacia el oeste, la elevación del terreno va subiendo de forma suave, pero constante; por lo que es posible que los tres o cuatro primeros kilómetros de la carrera se te hagan duros. Luego llegará la cuesta abajo y te será más fácil continuar, pero intenta marcar un ritmo constante al principio que te haga sentirte cómodo hasta llegar a lo alto del Cerro de Garabitas, que es uno de los puntos más altos del parque.
Nosotro nos dirigimos hacia él por uno de los caminos de tierra. Podemos ir hacia él directamente desde el Lago, tomando el sendero de tierra que pasa junto a las pistas de tenis, por la carretera que nos lleva directamente hacia él -muy frecuentada por ciclistas- o por otro camino de tierra un poco más al sur, que fue el que tomamos nosotros y nos permitió adentrarnos por la naturaleza.
Estos dos o tres kilómetros son de una subida suave, pero constante. Podemos optar por ir por la Carretera de Garabitas, donde el asfalto hace el camino algo más duro, pero que tiene el encanto de ir por un camino de árboles pegados a la carretera, o por el camino de tierra, con más curvas, recovecos y oscilaciones, que nos hace pasar por zonas un poco más silvestres.
El inconveniente de ir por caminos de tierra en algunas zonas de la Casa de Campo es la orientación. Por lo general, acaban llevándonos a algún cruce de caminos donde podemos encontrar las carreteras asfaltadas, pero si nos empeñamos en saltar de un camino a otro podemos acabar desorientados. Algo más allá del kilómetro 4, nosotros tomamos la carretera asfaltada que ascendía hasta la zona central de la Casa de Campo, desde donde se tienen muy buenas vistas de los edificios del Oeste y el Sur de Madrid.
Para mi gusto, esta es una zona fantástica para los corredores y los ciclistas. Los excursionistas madrileños son perezosos para adentrarse hasta el interior del parque y no suelen llegar hasta aquí (al menos durante los días entre semana), lo que hace que el deportista pueda sentirse casi en soledad con la naturaleza.
En esta parte del recorrido, además, la ascensión ha acabado -salvo que decidas ir hasta el muro que limita con Pozuelo, en cuyo caso quedan aún algunas rampas- y el recorrido es bastante más cómodo. En nuestro caso, decidimos seguir en aquella dirección y llegar hasta los límites del parque por el Camino del Pinar Grande. Un poco de recorrido plano y algunas rampas finales antes de llegar al muro que sirve de límite a la Casa de Campo a la altura de Somosaguas.
Durante un par de kilómetros recorremos el muro con algunas rampas de cuesta sobre un camino de tierra empedrado que nos hacen sufrir, justo cuando pensábamos que ya habíamos pasado lo más duro. Durante ese recorrido, vivimos el contraste entre los pinares que tenemos a nuestra izquierda y los tejados de los lujosos chalets de la zona de Somosaguas que aparecen a nuestra derecha.
Emprendemos la vuelta hacia el Lago poco antes del kilómetro 9, cerca ya de la entrada a la Casa de Campo desde Pozuelo cercana a Prado del Rey. Aquí nos volvemos a encontrar con bastante gente que viene paseando desde esta localidad, con una explanada grande para el aparcamiento y algún chiringuito y zonas de merienda donde paran los ciclistas a reponer fuerzas.
A partir de aquí, para mi gusto, es la parte más agradable del recorrido para el corredor. El camino de asfalto empieza a ir cuesta abajo por entre los pinares y, durante algo más de un kilómetro, el trote se hace más fácil y Madrid nos va apareciendo de frente, en el horizonte.
Desde ahí, llegamos hasta la zona más cercana al Zoo y al Parque de Atracciones. Podemos irnos por los caminos cerrados al tráfico un poco más hacia el norte para volver al Lago, o podemos darnos una vuelta por sus accesos, teniendo que compartir la calzada de asfalto con los coches y, desgraciadamente, con la vista de la parte donde aún queda prostitución. La entrada al Parque de Atracciones, desde este lado, es bonita.
Desde allí, el recorrido hasta el Lago sigue siendo muy agradable. El Paseo de los Castaños ocupa la última parte de nuestro recorrido hasta llegar de vuelta al Lago de la Casa de Campo. Cuesta abajo, parece casi que pasamos por un túnel formado por árboles. Es casi un final triunfal a nuestra carrera.
Y llegamos, por fin, al Lago de la Casa de Campo, corazón del parque para miles de excursionistas, con sus restaurantes, sus chiringuitos, sus barcas de paseo, su surtidor de agua y las vistas del oeste de Madrid desde sus orillas.
Hemos llegado al Lago de la Casa de Campo al atardecer, el momento justo para volver a casa y evitar cualquier problema de inseguridad o miedo. Quien se vea con fuerzas, puede desandar el camino hasta la Puerta del Rey y continuar su carrera por el mucho más frecuentado e iluminado parque de Madrid Río. Nosotros nos quedamos por aquí.
Y emprendemos el camino a casa desde la que, para mí, es la estación más especial del Metro de Madrid y una de las más bonitas: la de Lago, con su edificio redondo de acceso.
Realmente, la carrera por la Casa de Campo con paradas para tomar fotografías me resultó una excursión sorprendente, agradable y bastante cómoda. El principio puede ser un poco duro, con su cuesta arriba, pero cualquier persona medianamente entrenada podrá hacerlo sin problemas si no fuerza mucho el ritmo en los primeros kilómetros. Las paradas breves para las fotos te permitirán coger aliento y recuperarte para seguir y, la parte final, cuesta abajo y con vistas preciosas de Madrid te resultará muy fácil de completar y muy reconfortante.
El tiempo es lo de menos para un entrenamiento tan suave. Yo lo hice en aproximadamente una hora y tres cuartos, pero lo que pretendía no era marcar un ritmo rápido, sino disfrutar con la carrera y con el paisaje natural de mi ciudad. El objetivo quedó plenamente cumplido.
Un buen sitio sin duda para a los que nos gusta hacer deporte
Saludos