Hubo un tiempo que, por motivos de trabajo, frecuenté hoteles de 4 y 5 estrellas en diversas partes del mundo. Del lujosísimo Ritz-Carlton de Cantón al Berns de Estocolmo, pasando por el Hesperia Finisterre de La Coruña, he encontrado alojamientos impecables, con mobiliario, servicios y vistas excepcionales y experiencias muy bonitas. Pero, pese al confort, en ocasiones transformado en lujo, incluso en estos grandes hoteles siempre había algo impersonal que me hacía sentirme ajeno al lugar en el que residía temporalmente. Para contrarrestarlo, aparecen nuevas formas de alojamiento menos impersonales y más cercanas al huésped. La semana pasada estuvimos en la presentación de Estancias con Arte, una de las empresas que aspira a explotar esta nueva demanda del mercado de alojamientos en Madrid.