Durante los días previos al viaje de blogueros españoles a Copenhague que se celebró a principios de este mes, alguno de los participantes me preguntó por posibilidades de excursiones de un día desde la capital danesa. Yo les ofrecí dos alternativas principales: Cruzar el puente del Oresund y recorrer parte del sur de Suecia o probar alguna de las muchas rutas en bicicleta que se pueden hacer por las proximidades de Copenhague. En el artículo de hoy os presentaremos algunas de éstas últimas.
Circular por bicicleta en Dinamarca es todo un placer. Primero, por la cantidad de rutas y carriles bici que existen tanto dentro de las ciudades como paralelos a muchas de las carreteras interurbanas del país. Segundo, por el respeto de los vehículos a motor hacia los ciclistas, derivado muchas veces del hecho de que los propios conductores son, en muchas ocasiones, ciclistas también ellos mismos. Y- finalmente- en tercer lugar, porque Dinamarca es un país extraordinariamente llano, ideal para moverse en bicicleta.
La gran mayoría de los daneses dispone de su propia bicicleta, que aparcan en los sótanos o zonas habilitadas de sus edificios o en los miles de zonas habilitadas para ellas en toda la ciudad. En Copenhague, más que una afición, la bicicleta es el principal medio de transporte de la ciudad, con carriles propios, pero también normas estrictas en lo que se refiere a respeto a las normas de tráfico y a circular con luces. El hecho de que haya tantas bicicletas en la calle a cualquier hora del día resulta bastante eficaz para que no se produzcan excesivos robos. Entre tantas que se pueden elegir, siempre hay alguna más llamativa que la tuya. Los robos se producen, pero son bastante reducidos.
Que haya tantas bicicletas en propiedad hace que los ciudadanos locales no necesiten alquilarlas, por lo que la oferta de alquiler de bicicletas es relativamente reducida y está dirigida principalmente a los turistas. Por lo general, las tiendas a la que más se acude a la hora de alquilar una bicicleta son las que están situadas en la Estación Central de ferrocarril- Kobenhavns Cykler– y en la estación de Osterport- Osterport Cykler-.
Para mi gusto, aunque en realidad hay posibilidades de buenas excursiones en bicicleta saliendo en cualquier dirección, hay dos en concreto que recomiendo. Por una parte, la salida por el norte– paralela a la costa- en dirección a Klampenborg y Helsingor y, por otra, la salida hacia el oeste, en dirección a Roskilde. Cada una con sus particularidades.
Vamos a ver diversas rutas en esas direcciones, separándolas por distancia recorrida. Todas las que presentamos aquí discurren muy cerca de líneas de tren de cercanías o media distancia, por lo que es muy fácil volver a Copenhague tanto en el caso de tener que abandonar por un problema mecánico o físico, como por no tener que hacer necesariamente una ruta de ida y vuelta y poder desandar el camino en transporte público.
De Copenhague hasta Dyrehaven y Klampenborg (14 kilómetros)
Si alguien quiere un paseo en bicicleta breve y que no se aleje demasiado de Copenhague, ésta es la mejor opción, sin duda. El recorrido es corto -apenas 14 kilómetros por la carretera de la costa, que no es la opción más rápida, pero sí la más llamativa- y concluye en un tranquilo y enorme parque situado en los barrios periféricos del norte de la ciudad. Al Dyrehaven (Jardín de los Animales en español), los que vivíamos en Copenhague solíamos llamarle «El parque de los ciervos» por la amplia representación de estos animales que se podía ver en él. Se trata de un parque muy grande con muchos caminos por los que perderse a pie o en bicicleta y que puede resultar también muy agradable para organizar un pequeño picnic. Alberga también un parque de atracciones, Bakken, que presume de ser uno de los más antiguos del mundo. Por si fuera poco, si el tiempo acompañara, la playa de Klampenborg está a muy poca distancia.
Realmente, el camino es muy sencillo. Saliendo desde cualquier punto de Copenhague, basta con llegar a la calle principal del este de la ciudad Osterbrogade y seguir todo recto hacia el norte hasta llegar a Klampenborg. La calle cambia de nombre y pasa a llamarse Strandvejen y Kystvejen, pero se trata de una prolongación de la misma vía hacia el norte. El camino sale de la ciudad por el barrio tranquilo del este y el paisaje va cambiando hacia casas más pequeñas, más jardines y parques y vistas de la costa a medida que nos dirigimos hacia el norte. En alrededor de una hora, a ritmo muy tranquilo, podemos estar en el parque. Para volver, basta con desandar el mismo camino o, para quien esté cansado, coger el tren de cercanías o S-Tog en la vecina estación de Klampenborg.
De Copenhague hasta Roskilde (30 kilómetros)
Roskilde es otra de las opciones habituales para trayectos cortos en bicicleta desde Copenhague. Son apenas 30 kilómetros cómodos, prácticamente todos por un carril bici que va paralelo a una carretera recta que une Roskilde con la capital. La ruta, quizá, no es la más bonita de las que se pueden hacer en Copenhague (va desde el centro de la ciudad hasta el oeste atravesando los barrios de las afueras, con bastante poco atractivo estético), pero la ciudad de Roskilde merece mucho la pena. Es conocida, principalmente, por su Universidad y su festival de música, pero también por su Museo Vikingo, su fiordo y su catedral. Es una visita de una mañana o una tarde que resulta bastante agradable.
El recorrido desde el centro de Copenhague es bastante sencillo. Se llega hasta la calle principal del barrio del oeste de la ciudad –Vesterbrogade– y desde allí se sigue recto por Roskildevej hasta llegar a la ciudad de Roskilde. Es un camino un poco monótono, pero llano, recto y sin posibilidad de pérdida, así que es simplemente cuestión de pedalear. A un ritmo medio, el recorrido puede hacerse con calma en algo más de dos horas. Para volver a Copenhague, hay varias posibilidades: por una parte, los trenes de media distancia que salen de Roskilde con bastante frecuencia. Pero, para quien tenga ganas de más kilómetros, puede ser tentador volver a Copenhague por otro camino. El más cómodo es dirigirse hacia Greve o Solrod Strand y, desde allí, ir hacia el norte por la zona de las playas de la bahía de Koge. Sin embargo, puede resultar más bonita y tentadora la opción de ir hacia el norte paralelo al fiordo de Roskilde, y disfrutar de las vistas camino de la estación de S-Tog de Frederikssund, donde se coge el tren de vuelta a Copenhague. En esta ruta, cuidado con el viento. Cuando sopla fuerte, hace que el camino sea mucho más duro.
De Copenhague hasta Helsingor/Elsinor (45 kilómetros)
Esta es mi excursión favorita, aunque reconozco también que es la más larga y cansada de las tres que os proponemos aquí. Desde el centro de Copenhague se puede llegar en unas tres horas sin parar, aunque no es mala idea hacer alguna parada durante el camino para descansar o tomar algo y seguir reponiendo fuerzas. Está al alcance de cualquier persona con una forma física media y es sólo cuestión de confianza. Eso sí, el tiempo de ruta será algo mayor o menor dependiendo de nuestra capacidad física y es bueno saber que si en algún punto del camino decidimos dar media vuelta y volver a Copenhague, a pocos metros de la ruta circula el Kystbanen (Tren de la Costa) que nos llevará a la ciudad en pocos minutos.
Helsingor (o Elsinor, como se la conoce en español) es una pequeña ciudad bastante curiosa situada al noreste de la isla de Sjaelland (o Zelandia, en español), popular por ser el lugar donde William Shakespeare ubicó la trama de su obra Hamlet. El castillo de Kronborg donde transcurre la obra, en perfecto estado de conservación y visita, es el símbolo por excelencia de la ciudad. No obstante, Helsingor tiene otro atractivo muy claro, que es su cercanía con Suecia. Antes de la apertura del puente del Oresund era el paso obligado para ir de Escandinavia hacia el resto de Europa y hoy sigue siendo un punto importante de comunicaciones entre Suecia y Dinamarca. Desde su costa se ve perfectamente la ciudad de Helsingborg, en el otro lado del estrecho, y hay barcos muy frecuentes entre ellas que realizan el trayecto en poco más de 20 minutos.
Como en el caso de los otros dos recorridos que hemos visto con anterioridad, es bastante fácil orientarse desde el centro de Copenhague. Comparte la primera parte del recorrido con la ruta hacia Dyrehaven y Klampenborg, pero allí sigue por la Carretera de la Costa (Kystvej) hacia el norte, paralela al mar. A medida que vamos saliendo de Copenhague, el paisaje es más abierto y las casas son más pequeñas. Se trata de una zona mucho más tranquila y bastante bonita para la vista. El camino nos ofrece dos lugares de bastante interés por si queremos hacer paradas intermedias en el camino a Helsingor: Por una parte, la Casa-Museo de Karen Blixen -que con el pseudónimo de Isak Dinesen, publicó la obra llevada al cine «Memorias de África»- en Rungsted. Por otra, el extraordinario Museo Louisiana de Arte Moderno, situado en Humlebaek, notable por su arquitectura, su entorno y las obras que expone.
El recorrido atraviesa pequeñas poblaciones costeras, algún bosquecillo y es especialmente bonito en los últimos kilómetros, cuando va paralelo a la costa y puede verse la costa sueca al otro lado del estrecho del Oresund. En la práctica totalidad del recorrido hay carril bici independiente (a veces aislado, a veces pegado a la carretera principal), por lo que el recorrido es totalmente seguro.
Para volver, quizá fallen las fuerzas o nos venza el aburrimiento; por lo que lo mejor es coger el tren en la bonita estación de Helsingor. No obstante, si queremos hacer algunos kilómetros más, tenemos la posibilidad de seguir desde Helsingor un poco más de 20 kilómetros hasta el suroeste y llegar hasta Hillerod, donde hay un castillo espectacular. Allí podremos coger el tren de cercanías S-Tog de vuelta a Copenhague.
¡Fantástico artículo Rubén! Te da ganas de coger la bicicleta corriendo y ponerte a echar kilómetros 😉
Gracias, Víctor.
La verdad es que toda Dinamarca es un paraíso para los aficionados a las bicis. Hay miles de posibilidades de excursiones fáciles y, sobre todo, tranquilas y seguras.
La verdad es que las dos únicas cosas que echo en falta después de haber vivido en el país son la facilidad para ir en bici y la Carlsberg. Lo demás no mejora lo que tengo.
Un abrazo.