Se acaba uno de los pocos espacios sin conexión que existen en este momento. Desde hace algún tiempo, hay compañías aéreas como Lufthansa, Japan Airlines, Singapore Airlines, Delta o Etihad que ofrecen conexión a Internet en algunos de sus vuelos y, en España, el Gobierno autorizó la conexión desde los aviones el pasado mes de julio. Cada vez son más las compañías que incorporan este sistema y, hoy, SAS anuncia que, a partir de abril, dispondrá de Internet y telefonía móvil en sus rutas intercontinentales y europeas.
En los últimos años se ha convertido en habitual encontrar pasajeros utilizando ordenadores portátiles, incluso en clase turista. Pero se utilizaban sólo para trabajar con aplicaciones que no requerían conexión a Internet o, muy frecuentemente, como reproductores de películas. La irrupción de Internet en el avión supone que, a partir de ahora, se podrá acceder a la comunicación por correo electrónico, mensajería instantanea e, incluso, a la telefonía IP, del mismo modo que si se estuviera en tierra. Es un avance para la comunicación y una mejora de la calidad global de los vuelos, especialmente para una situación en la que no hay muchas alternativas de ocio. Pero, al mismo tiempo, quienes viven enganchados al ordenador por su trabajo no tendrán ese pequeño espacio de libertad que le dejaba subirse en un avión.
Algo parecido sucede con el teléfono móvil, pero en este caso hay una serie de implicaciones adicionales que hay que tener en cuenta. Y es que, si Internet es principalmente un medio tecnológico individual que se utiliza individualmente y- salvo contadas excepciones- no molesta a otras personas, la telefonía móvil dentro del avión puede convertirlo en una auténtica jaula de grillos. Basta con imaginarse los varios cientos de personas que pueden viajar en un vuelo intercontinental, cada uno con su teléfono móvil encendido, recibiendo llamadas desde diferentes husos horarios y hablando en alto en mitad de un avión abarrotado para ver que el ambiente generalmente silencioso y tranquilo de los aviones puede desaparecer por completo.
Calculando, por ejemplo, que en un vuelo transoceánico con 350 pasajeros cada uno de ellos recibira o emitiera una llamada de teléfono móvil de 2 minutos de duración y ninguna de ellas fuera simultánea, nos daría que dentro del avión sufriríamos más de 11 horas y media ininterrumpidas de conversaciones sobre temas de trabajo, familiares o simples cotilleos. Podría ser el fin del silencio dentro de los aviones. Útil para unos, irritante para otros; me temo. Aunque tampoco podemos ser tan pesimistas. Lo mismo se decía del Metro de Madrid y, en las líneas donde se puede utilizar el teléfono móvil, la comodidad o incomodidad de los viajes -según se mire- no ha cambiado mucho.
El proyecto de SAS
Dejando al margen las implicaciones de la incorporación de Internet y la telefonía a los vuelos, podemos entrar en la nota de prensa que ha enviado SAS esta mañana anunciando que, a partir del próximo mes de abril, ofrecerá servicios de Internet WiFi y telefonía móvil en sus rutas intercontinentales y europeas. De momento, comenzarán con los Boeing 737 de que disponen en los trayectos internos noruegos y los vuelos de Oslo y Estocolmo a Londres, Frankfurt y París. A éstos, se irán sumando progresivamente el resto de la flota, hasta completar todas sus rutas dentro de Europa y transcontinentales.
La compañía anuncia que el servicio será gratuito para los pasajeros de clase Business y Economy Extra, mientras que los pasajeros de clase Economy (Turista), tendrán que pagar para acceder a él.
SAS pretende, además, incorporar un pack personalizado de servicios en Internet «incluyendo desde películas y otras propuestas de entretenimiento para quienes se encuentren en un viaje de ocio, hasta herramientas de comunicación para los que viajen por negocios», según Hallvard Bratberg, director general de SAS para España y Portugal.
Sin embargo, aún no se menciona el precio que puede tener el servicio y del que puede depender en gran medida su éxito, teniendo en cuenta que se pueden hacer muy pocas cosas dentro de un avión y que las alternativas de ocio son restringidas. Si el precio es razonable, no cabe duda de que tendrá éxito. Si no lo es, también lo será, aunque sus usuarios salgan del avión enfadadísimos con la compañía por el abuso.
Será una opción muy razonable también para que las compañías de bajo coste incrementen sus ingresos, si finalmente se extiende a ellas el modelo -lo que debería ser algo lógico dentro de unos meses-, si bien el número de potenciales usuarios dependerá de la duración de los vuelos correspondientes. Salvo casos excepcionales, se puede prescindir de Internet en un vuelo de una hora; pero resulta una opción más atractiva para el viajero si el vuelo dura más de dos aburridas horas.
Comments are closed.