Aunque gran parte del atractivo de Marrakech sea pasear por las calles de su Medina o comprar en sus zocos, la ciudad tiene unos cuantos edificios y monumentos de interés que deben ser resaltados y, algunos de ellos, son de obligada visita. Es una pena que las principales mezquitas no puedan ser visitadas, al estar prohibido el acceso a ellas de los no musulmanes, pero hay otros edificios civiles, religiosos o residenciales que bien merecen una visita. Aquí os presentamos algunos de ellos.
Plaza Jemaa el Fna
La plaza es, principalmente, un espacio abierto. Durante todo el día conviven en ella carromatos que ofrecen zumos de frutas exprimidos allí mismo, puestos de artesanía y espectáculos callejeros de varios tipos. Entre éstos, son especialmente llamativos los encantadores de serpientes que están allí sobre todo por las mañanas y se dedican a tocar instrumentos tradicionales y a mostrar a los turistas que visitan Marrakech distintos tipos de serpientes, entre ellas cobras negras. Por la noche, el espectáculo de las serpientes no es tan llamativo y dejan el espacio a músicos y pequeños grupos que tocan instrumentos tradicionales alumbrados con algún farol, en torno al cual se organizan rápidamente corros de personas que disfrutan del espectáculo.
A primera hora de la noche, además, la plaza acoge también a varias decenas de restaurantes móviles perfectamente organizados, que ofrecen a los visitantes platos tradicionales marroquíes cocinados allí mismo por un precio muy razonable. Estos restaurantes se agrupan todos unos junto a otros en la misma zona de la plaza y, aunque provocan una pequeña neblina con el humo de sus cocinas, atraen también a muchos localesy turistas que quieren cenar al aire libre.
Pasear a primera hora de la noche por la plaza principal de Marrakech o las calles inmediatamente adyacentes supone ver mucha vida y encontrarse con muchísima gente. Una de las mejores maneras de ver el bullicio desde una zona más alejada es comer, cenar o tomar algo en alguna de las azoteas de los restaurantes con vistas a la plaza o las principales calles peatonales. Los precios son similares a los de España, pero las vistas de algunos de ellos sobre la vida de la plaza son excelentes.
Madrasa Ali Ben Youssef
Salvando las diferencias de tamaño y de utilización, a quien la visite va a recordarle algunas zonas de la Alhambra de Granada, sobre todo el patio central. No es extraño, ya que el estilo arquitectónico y decorativo y los materiales utilizados son los mismos. El patio central es impresionantemente bello, con una parte baja de azulejos, muros de estuco totalmente labrados desde la parte baja hasta la superior con motios árabes y un pequeño tejadillo de madera, también totalmente labrado. En el centro, como es tradicional en los patios árabes, un pequeño estanque. El patio no es inmenso y tiene dos plantas. En la superior aparecen las ventanas de algunas de las habitaciones de los estudiantes, desde las que hay una buena vista superior del patio. Las habitaciones, salvo dos de ellas en las que se ha recreado la decoración típica de los antiguos estudiantes, están vacías y son angostas y muchas de ellas oscuras –salvo las que dan al patio principal-, por lo que tampoco tiene más atractivo que algún pequeño patio decorado que aparece entre ellas de vez en cuando.
No es un monumento especialmente inmenso, aunque sí muy bello. Se puede visitar completamente en algo más de un cuarto de hora, aunque si se quiere contratar un guía que la explique, se tarda un poco más. La entrada para los tres monumentos casi vecinos (Madrasa, Museo de Marrakech y la Kouba Baadiyn) cuesta unos seis euros y merecería la pena aunque sólo fuera por la Madrasa.
Museo de Marrakech y Kouba Baadiyn
Los Palacios de Bahia y Baadi
El Palacio Bahia es el más interesante de los dos. Se trata de la mansión de un visir del siglo XIX, quien creó un enorme palacio en el que trabajaron los mejores artesanos de la época. Aunque, como en muchos edificios de la arquitectura tradicional de Marrakech, hay estuco labrado en las paredes, lo más llamativo del edificio son los techos de madera pintados e imaginarse la tranquilidad que podía vivirse en los amplios patios. Y eso que, la mayor parte del palacio no está abierto al público. Eso sí, las habitaciones que lo están, están convervadas de un modo fantástico.
Por su parte, el Palacio Baadi es bastante más antiguo –data del siglo XVI- y está situado cerca de la Kasbah y de sus murallas. Lamentablemente, su estado de conservación no es tan bueno y perdió mucha de su belleza original. Conserva, eso sí, un bonito minarete con madera tallada en su interior.
Tumbas Saadinas
Mezquitas
Casi todas las mezquitas de Marrakech no permiten la entrada a los no musulmanes, por lo que muchos turistas no pueden visitarlas por dentro. Eso sí, algunas de ellas son muy interesantes de ver desde fuera. La más pintoresca de Marrakech es la de Koutoubia, cuyo minarete se puede ver desde gran parte de la ciudad (y resulta muy útil para orientarse) y cuya torre iluminada por las noches aparece al fondo del paisaje de la cercana plaza Jemaa el Fna. También son curiosas de ver- aunque sea por fuera- la mezquita de la Kasbah (inmersa en una profunda reforma) o la de Ali Ben Youssef, junto a la Madrasa del mismo nombre.
Zocos de la Medina
Hay determinadas ciudades donde los mercados son, por sí mismos, monumentos principales. Marrakech es una de ellas, con la particularidad de que los grandes mercados están esparcidos en miles de tiendas desperdigadas por las calles de la Medina. Las principales de zocos para compras turísticas están comprendidos entre el espacio que va desde el norte de la plaza Jamaa el Fna hasta la zona de la Madrasa Ali Ben Youssef y se reparten por callejuelas intrincadas y diminutas en las que lo más fácil es perderse. Si se quiere ver algo más de vida comercial local se puede ir un poco hacia el este de esta zona más turística o, también, en algunas zonas de la Kasbah, por la mañana, donde se venen frutas, verduras y pescado en la calle.