El pasado martes 25 de febrero tuvimos la oportunidad de volar a Oporto con Ryanair. Es una compañía que no me genera especial simpatía, pero tampoco rechazo. Me parece que ha contribuido al desarrollo de una nueva época en la aviación, pero que levanta muchas filias y fobias. Una de las quejas de sus detractores es que sus aviones se convierten en un pequeño mercadillo. ¿Es para tanto? Nosotros hicimos un pequeño juego: cronometramos el vuelo y anotamos minuto a minuto las ofertas comerciales que nos fueron haciendo. Éste fue el resultado:
Minuto 0: Empezamos a rodar por la pista del aeropuerto Francisco Sá Carneiro de Oporto. Aún no han intentado vendernos nada, pero -mientras embarcábamos- por los altavoces una locución nos estaba presentando ya los productos del carro-bar. Nos abrochamos los cinturones, ascendemos y nadie se mueve en el avión.
Minuto 12: Ya nos podemos empezar a quitar los cinturones de seguridad y empieza el trajín en el pasillo del avión. La asistente de vuelo empieza a recorrer las filas del avión para ver si alguien ha seleccionado algo de la carta de comidas.
Minuto 19: El turno de la tienda libre de impuestos a bordo. Promociones de colonias y los asistentes de vuelo sacando todas sus dotes comerciales.
Minuto 23: Por si no nos habíamos enterado antes o nos lo hemos pensado mejor, vuelve el carro de la comida para vendernos la merienda.
Minuto 29: Turno ahora para la venta de las revolucionarias cajetillas de cigarrillos sin humo que se pueden utilizar en cualquier sitio público y dentro del propio avión.
Minuto 31: Pasamos al rasca y gana, que por una parte te ofrecen como posibilidad de conseguir grandes premios directos y, poco después, como fuente de ayuda a instituciones de caridad.
Minuto 36: Y por si estás fuera de casa, es posible que necesites una tarjeta de teléfono que podrás usar en toda Europa y que te regala X euros en llamadas por cada compra por valor de otros X euros.
Minuto 42: Se acabó lo que se daba… El piloto anuncia el comienzo del descenso hacia el aeropuerto de Barajas, se iluminan los indicadores de abrocharse los cinturones de seguridad y, desde entonces, nadie circula por los anteriormente concurridos pasillos.
Minuto 59: Ya estamos rodando por la pista del aeropuerto de Barajas de Madrid y, de fondo, por la megafonía del avión suenan las trompetas que indican que el avión ha llegado a tiempo.
Y eso fue todo el mercadillo: 6 diferentes propuestas de venta en los 30 minutos en los que la señal de cinturones de seguridad estuvo apagada.
Comments are closed.