Una bonita curiosidad japonesa son los llamados cat cafes, establecimientos que te permiten pasar un rato jugando con los gatos que viven en ellos. Son muy populares entre los japoneses que no pueden tener un gato en casa y no quieren renunciar a pasar un rato con ellos, pero también entre los turistas. Nekobukuro es uno de los más conocidos de Tokio.
Los primeros cat cafes aparecieron en la isla de Taiwán a mediados de la década de los noventa y llamaron tanto la atención de los visitantes japoneses que, pocos años después, el concepto se trasladó con éxito a aquel país. Según los datos que proporciona Wikipedia, sólo en la ciudad de Tokio entraron en funcionamiento al menos 39 de estos establecimientos en los últimos diez años.
El concepto se adaptaba muy bien a las necesidades de los japoneses. Muchos inquilinos viven en apartamentos donde no se permite tener mascotas y otras personas simplemente no disponen de tiempo suficiente para hacerse cargo de una de ellas. Para estos casos, o simplemente para quien quiere pasar un rato disfrutando de la compañía de un gato sin necesidad de ocuparnos permanentemente de él, podemos acercarnos por uno de estos cat cafes y jugar con los que viven en ellos.
El Nekobukuro es uno de los cat cafes de Tokio más populares entre los turistas que visitan la ciudad. Está ubicado en la última planta de los almacenes Tokyu Hands del barrio de Ikebukuro, situado en una zona comercial bastante concurrida por los turistas. Tokyu Hands es una de las grandes referencias turísticas para ir de compras en Tokio, así que muchos de los visitantes extranjeros que pasan por la tienda aprovechan para visitarlo y sentarse a descansar un rato.
La entrada al Nekobukuro no es especialmente cara. Por 600 yenes podemos pasar allí todo el tiempo que queramos (no hay cuarto de baño en el interior y una vez que salimos de él no podemos volver a entrar, así que tenedlo en cuenta si os queréis quedar un rato largo). En la entrada nos encontramos con las fotos, el nombre y una pequeña descripción de los gatos que viven en él, así que si alguno nos llama la atención, podemos ir a visitarles directamente.
En total, Nekobukuro cuenta con unos 25 gatos, pero no todos están disponibles para los visitantes permanentemente. Los cuidadores eligen a unos cuantos para que se paseen entre los visitantes, mientras que el resto descansa en los cubículos acondicionados o reciben cuidados en las zonas reservadas al personal.
Aunque algunos cat cafes están especializados en algún tipo o raza de gatos, en Nekobukuro nos encontramos todo tipo de razas y edades. Están acostumbrados al trato humano, así que todos ellos nos permitirán acercarnos, aunque dependiendo del carácter de cada uno o de su estado de ánimo estarán más amables o antipáticos.
Por lo general, los gatos más jóvenes son los más activos y los que más querrán jugar con nosotros. Para ello, disponemos de una serie de cintas y pequeños juguetes. A los más mayores o tranquilos les gusta más subirse a alguna de las muchas plataformas que hay en el local y echar un sueñecito o tumbarse a descansar un rato. Si somos cuidadosos, los gatos se dejarán acariciar, pero hay que tener cuidado, porque si están de mal humor podrían intentar mordernos.
Es un sitio agradable para pasar un rato si nos gustan los gatos, aunque no hay mucho más que hacer en él más que jugar con ellos, y un buen lugar para tomarse un descanso en mitad de una visita turística por Tokio y poder relajarse un poco antes de seguir descubriendo la ciudad. No obstante, a quien no le gusten los gatos le dejará un poco frío. Una más de las muchas pequeñas curiosidades urbanas de las muchas que hay en Tokio.
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