Perdonadnos si hoy hablamos de nosotros mismos, pero hay muchísimo movimiento entre los blogueros de viajes últimamente -animado en gran parte por todo lo que ha supuesto FITUR- y creo que es de ley explicar alguna parte de nuestro trabajo a las personas que no están familiarizadas con este medio. Hay gente que nos pregunta cómo es que viajamos tanto y si nos sobra el tiempo o el dinero. En mi caso, mi situación personal y laboral me ha permitido viajar y puedo contar muchas historias de destinos de primera mano, pero también es verdad que alguna vez hemos sido invitados por oficinas y órganos de promoción turística a visitar una determinada localidad. Hoy quiero que sepáis como funcionamos en VoyaInternet.com cuando recibimos este tipo de invitaciones.
El bloguero de viajes vive, en este momento, una pequeña crisis de identidad. El desafío es la profesionalización, es decir, que el bloguero pueda vivir íntegramente de su actividad redaccional. Puede parecer una utopía, pero no es diferente de lo que hacen millones de periodistas en todo el mundo. No en vano, muchos blogueros procedemos del mundo del periodismo. La diferencia con los medios tradicionales es que el bloguero no sólo cobrará por sus textos, sino que también gestionará una microempresa de la que dependerá su remuneración y su puesto de trabajo. Es una actividad plenamente emprendedora.
Ahora bien, cada blog de viajes tiene sus historias personales detrás. Algunas personas lo utilizan únicamente para satisfacer la necesidad que sienten de contarle al mundo sus experiencias, otros son apasionados cuya única retribución es la satisfacción personal de compartir sus reflexiones sobre un tema, algunos buscan un complemento a sus ingresos y otros intentan vivir de ello.
Es difícil hacer una generalización. Y es que el blog es, únicamente, un medio de comunicación y un plataforma para los contenidos; nunca puede ser un género periodístico o un producto en sí mismo,al igual que no hablamos del género del diario, el semanario, la revista o la página web.
No voy a entrar más en el debate genérico, ya que en el blog de Nani Arenas– organizadora del encuentro de bloggers de FITUR-: La Viajera Empedernida, tenéis todo un debate en marcha en el que podéis participar. Sin embargo, quiero centrarme en un asunto muy concreto y bastante polémico: cómo reaccionar ante una invitación por parte de una oficina de turismo.
Viajeros pagados o subvencionados: ¿Invitados, cronistas o mercenarios?
No os voy a negar a estas alturas que, ocasionalmente, los blogueros recibimos invitaciones de alguna oficina de turismo para visitar su país. Es una práctica habitual en la prensa que se está extendiendo al mercado online. Nadie debe demonizar a los blogueros por ello, ni cuestionarse el gasto público: hay blogueros que tienen más impactos que bastantes pequeñas revistas del sector y, por tanto, resultan más rentables que los periodistas del formato papel. Sin embargo, el dilema es cómo tratar estas invitaciones para que sean respetuosas con unos principios del equipo redaccional del blog y con la confianza de los lectores.
La conversación salió en una comida con otros blogueros el pasado mes de diciembre -durante el concurso organizado por Pepetravel y Turismo Madrid– en la que estaban presentes, entre otros, José Luis -de www.guias-viajar.com-, Doris -de www.3viajesaldia.com– y Flapy -de www.flapyinjapan.com-. El dilema era: Cuando te invita una oficina de turismo, ¿lo mencionas en tus textos o no?
Lo primero, hay que decir que si se tiene algún dilema moral aceptando estos viajes o uno se siente presionado para escribir una serie de cosas, siempre queda la opción de declinar amablemente la oferta. Si se acepta, la cuestión es si se da a conocer al lector que ese ha sido un viaje pagado por la oficina de turismo o no. Si se comenta, la transparencia con el lector es máxima, pero siempre se genera un halo de sospecha alrededor del texto. Si no se comenta, queda la sospecha de quién ha pagado ese viaje y se instala la duda- en cuanto tres o cuatro blogueros diferentes escriben en poco tiempo sobre el mismo destino- en el lector.
En el Blog de VoyaInternet.com hemos decidido establecer un código de conducta propio sobre estas invitaciones, para que el lector sepa con qué se encuentra a la hora de leer uno de nuestros artículos. No pretende ser un código general, ni siquiera una propuesta al sector, sino simplemente una línea editorial y una declaración de intenciones de este medio sobre cómo deberíamos comportarnos a la hora de tratar con estas invitaciones.
Nuestro código de conducta
En el Blog de VoyaInternet.com hemos decidido que, cada vez que participemos en algún viaje organizado y pagado en su totalidad o en parte por las oficinas de turismo extranjeras en España, mencionaremos de alguna manera que hemos sido invitados por ésta, para dar al lector una información de contexto del artículo que consideramos relevante para que pueda hacerse su propia idea global en base a toda la información disponible. Para ello, utilizaremos en algún lugar del texto fórmulas como «invitados por», «por gentileza de», «durante el viaje organizado por» o similares y, si aun así quedaran dudas y se nos preguntara en los comentarios del post, lo aclararemos convenientemente.
Realizamos esto por tres motivos:
1.- Por transparencia y dar la máxima información a nuestros lectores: El lector tiene derecho a saber– cuando narramos un viaje- si lo hemos preparado o pagado nosotros o si se nos ha invitado al mismo y se nos ha preparado una agenda de actividades específica y cerrada. Es la única manera de que pueda evaluar todas las variables que se cruzan en el artículo.
2.- Por agradecimiento a la oficina de turismo que tiene la gentileza con nosotros: Y no tanto personal del redactor, como por parte del medio y, por extensión, de nuestros lectores. Para un medio nuevo, el hecho de que una institución te valore a ti y a tus seguidores considerándote digno de incluirte en sus actividades es el mayor respaldo a nuestra actividad. Creemos que cuando alguien confía en ti, debes mostrar al mundo que has sido digno de la confianza de esa persona y agradecerle públicamente su gesto. Esto no supone caer en la adulación o en la adulteración de contenidos, basta con mencionar y agradecer.
3.- Para evitar cualquier tipo de suspicacia de nuestros lectores: Cuando en un blog de viajes -sobre todo en uno personal- se habla en poco tiempo de destinos muy diferentes, muy alejados entre sí y muy costosos, no es raro que algún seguidor se pregunte cómo es posible. Surgen las dudas sobre si la situación económica y laboral del autor permite esos viajes, si los viajes ha sido pagados por alguien externo, si los contenidos han sido comprados o si, realmente, el artículo se basa en experiencias personales o es un refrito de Internet. La única manera de evitar esta duda es declarar las invitaciones.
Ahora bien, al aceptar una invitación de las Oficinas de Turismo, ellas deben saber también que el blog de VoyaInternet.com trabaja de la siguiente manera:
1.- No nos comprometeremos a publicar ningún texto, ni en ningún caso daremos a las oficinas de turismo la posibilidad de influir en lo escrito. Si el viaje no da nada interesante para nuestros lectores, lo sentimos, pero no escribiremos sobre él.
2.- No incluiremos ningún tipo de publicidad directa de la oficina de turismo en el blog, ni firmaremos ningún contrato de patrocinio. La única posibilidad de que una oficina de turismo que nos haya invitado en un viaje aparezca publicitada en nuestra página es a través de la publicidad gestionada por terceros, como por ejemplo en AdSense o redes de afiliación.
3.- El hecho de haber sido invitados a un viaje no obligará en ningún caso a nuestro equipo redaccional a seguir incluyendo comunicaciones de esa oficina de turismo en el futuro si no las consideráramos relevantes.
4.- Para garantizar que el viaje reune a blogueros motivados por su trabajo y su tarea de contar lo que ven y no a blogueros que toman su actividad como excusa para viajar gratis, sugerimos a las oficinas de turismo que nos cursen invitaciones que éstas no cubran todos los gastos del viaje, sino que el bloguero tenga que hacerse cargo de una parte más o menos simbólica de su coste.
¿Por qué se escriben tantas cosas buenas de los viajes y tan pocas malas?
Una de las críticas que recibe el periodismo de viajes viene dada por el hecho de que los artículos y reportajes sobre destinos siempre sean positivos y todo lo muestren como una experiencia inolvidable, cuando no todos los visitantes que acuden a ellos han vivido lo mismo o tienen también impresiones negativas. ¿Por qué? Hay varias razones que intentaremos explicar en este artículo.
La primera es la tiranía de la publicidad. Los medios tradicionales, en muchas ocasiones, no sólo recibían la invitación a los viajes por parte de las oficinas de turismo, sino que condicionaban la publicación del artículo a la inserción de publicidad. Si os fijais, en bastantes revistas de viajes en las que aparecen artículos sobre destinos, la publicidad de algunos de ellos aparecerá casualmente cerca del artículo o en alguna otra página de la revista. Cuando se firma el compromiso económico de la publicidad, se cierra también un compromiso no escrito de ofrecer un contenido redaccional positivo, lo que en ocasiones pervierte el resultado.
Por otra, hay que tener en cuenta que los reportajes de viajes de muchos medios están elaborados por periodistas freelance que venden sus contenidos a las redacciones. La experiencia del turismo, uno de los pocos contenidos propicios para el optimismo dentro de la información, me dice que enseñar las vergüenzas de un destino turístico o ser tibio en el elogio del mismo, no vende. Resultado: el propio freelance se encarga de destacar lo bueno y presentar una visión lo más positiva posible para vender su producto (más aún, si el director comercial está teniendo en cuenta luego acercarse a la oficina de turismo correspondiente para intentar vender publicidad).
Esto para la prensa escrita, pero… ¿y los blogueros? ¿Por qué sus viajes son siempre tan positivos?
Mi respuesta principal es por la fijación de la agenda. Cuando una oficina de turismo programa un viaje, se preocupa de que el entorno sea el más adecuado. El guía de la expedición debe ser positivo, amable y casi cómplice de los viajeros; el ambiente entre los viajeros es propicioal compañerismo; las visitas son abundantes y todo está preparado para causar buena impresión. Las visitas programadas, en algunos casos, son tan largas que ocupan todo el día, sin posibilidad del viajero de explorar por su cuenta. Así, en muchos casos, no se puede tener una impresión personal, sino colectiva. Es uno de los principales pecados de los blogueros de viajes: al final, todos acabamos contando la misma experiencia de un viaje, con los mismos restaurantes, los mismos museos y las mismas visitas, pero de diferente modo.
Las oficinas de turismo ofrecen a los blogueros ser cronistas de las experiencias, pero si abrieran su margen de actuación se encontrarían que, aparte de las actividades que ellas han programado, los blogueros han abierto un abanico mayor de lugares e imágenes que presentar a su público. Evidentemente, eso supone un riesgo para la oficina de turismo, ya que el bloguero está expuesto a experiencias buenas y malas fuera del control del programa, pero haría que este tipo de viajes de prensa ofrecieran contenidos mejores y más variados. Y eso es positivo tanto para los blogueros como las oficinas de turismo que deben confiar en que las bondades del destino seducirán al periodista sin intervención de nadie. Podríamos llamarlo: autoestima turística.
Tomo nota, muy interesante.
Interesante artículo. Y pienso yo, paga un crítico de cocina lo que come? y un crítico culinario? XDD
Buen decalogo!
En mi caso siempre lo menciono claramente para evitar suspicacias y mantener lo mas importante que tenemos: la sinceridad y credibilidad del lector!
Luego trato de hacerlo lo mejor que puedo.Si algo me gusta lo digo y si no me gusta pues también.
Saludos