En los próximos días, vamos a presentar en sociedad nuestra nueva guía de Milán, ciudad que visitamos a principios del pasado mes de marzo. La verdad es que no llevábamos grandes expectativas, ya que algunos amigos que la habían visitado nos habían comentado que era una ciudad más industrial y de negocios que artística en la que sólo el Duomo merecía la pena; pero acabó resultándonos una ciudad agradable, viva y con más puntos de interés de los que habíamos pensado en un principio. Aquí os comentamos algunos detalles sobre que ver en Milán.
El Duomo y la Galleria Vittorio Emanuele II
No les falta razón a los que dicen que el Duomo es lo más relevante que ver en Milán. No sólo eso, sino que la gran catedral y la plaza que se extiende frente a ella son su punto central, el corazón de Milán, como quien dice. La Catedral es impresionante, tanto por fuera como por dentro, donde su altísima nave central le hace parecer aún más grande que viendo la fachada por fuera.
Además de visitar el interior del Duomo, otra de las cosas interesantes que ver en Milan es recorrer a pie su tejado, desde donde se tienen vistas fantásticas de la Plaza del Duomo y de todo el centro de la ciudad. Para acceder a él, podemos subir por unas escaleras o un ascensor que están situados en uno de los laterales de la catedral. Si bien el acceso a la catedral es gratuito, a la hora de subir a su tejado tendremos que pagar 5 u 8 euros, dependiendo si subimos por las escaleras o el ascensor, respectivamente.
En un lateral de la Plaza del Duomo nos encontraremos con otro de los atractivos que ver en Milán: la Galleria Vittorio Emanuele II, un espacio comercial de dos calles cubiertas que se cruzan, cuyo atractivo reside en la elegancia de los edificios y la rica ornamentación de los techos y la cúpula central. Aunque su atractivo comercial es más que evidente y allí siguen ubicadas algunas tiendas de lujo y restaurantes de alto nivel, es cierto que el centro de la moda más elegante de Milán se ha trasladado desde esta galería más turística que otra cosa hacia algunas calles más al norte, a la zona del Quadrilatero D’Oro.
Aunque veamos la Plaza del Duomo de día, conviene también pasar por ella una vez llegada la noche para disfrutar de la iluminación de la Catedral y de la Galería Vittorio Emanuele II -otro de los puntos obligados de nuestra agenda de cosas que ver en Milán- y, si nos apetece, disfrutar de un café con vistas a la catedral desde la última planta del centro comercial de La Rinascente, desde donde -si se está dispuesto a pagar 7 euros por un té- se pueden disfrutar de vistas directas del Duomo.
Si no, siempre nos queda la posibilidad de disfrutar de un tradicional aperitivo o «happy hour» en alguno de los bares de la zona, aunque cuanto más salgamos del centro, más baratos y abundantes nos resultará.
Compras y arte
Una vez visitada la Plaza del Duomo, el resto de grandes atractivos de la ciudad están bastante cerca. Si queremos ver la parte comercial del Quadrilatero D’Oro, la tenemos a unos metros al noreste, en las calles más cercanas a la Via Montenapoleone y la Piazza de San Babila. A diferencia de otras ciudades europeas, no esperemos que las tiendas de lujo de las grandes marcas estén situadas en grandes avenidas, sino que las calles que las acogen son más bien estrechas.
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Al norte de la Plaza del Duomo tenemos también otro de los puntos de interés que ver en Milan: el Teatro de La Scala, uno de los grandes templos de la ópera mundial. No es fácil conseguir entradas para las representaciones -aunque quien quiera intentarlo tiene un centro de venta de entradas en el subterráneo de la estación de metro de Duomo-, pero sí que se puede visitar el Museo. Un poco más al norte aún está la Pinacoteca de Brera, con obras de artistas como Tiziano, Tintoretto o Caravaggio.
Pero, bajo mi punto de vista, la otra gran atracción que ver en Milán además del Duomo es el fresco de Il Cenacolo o La última cena, como se le conoce en español, pintado por Leonardo da Vinci, que se encuentra en una capilla lateral de la iglesia de Santa Maria delle Grazie.
Verlo es toda una experiencia artística. El fresco, pese a los evidentes problemas de conservación derivados del paso del tiempo, tiene algo especial que atrae al visitante. Eso sí, las restricciones para visitarlo son altas y hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de reservar nuestra entrada con anterioridad por Internet. El acceso a la sala se permite sólo en pequeños grupos separados por 15 minutos con reserva previa y bajo estrictas medidas de seguridad. A los 15 minutos, las personas que queden viendo el fresco son desalojadas de la sala.
Esto supone, por supuesto, que el número de visitantes diarios es muy limitado y no todos los que quieren verlo acaban accediendo al recinto. Para asegurarse, hay que reservar por Internet o por teléfono. Si no lo hemos hecho y queremos probar nuestra suerte, tenemos dos opciones: La primera, acudir a primera hora de la mañana para ver si se hubiera producido alguna cancelación que nos permitiera acceder. La segunda es acudir a alguna de las agencias de viajes que revenden las entradas o el acceso dentro de tours organizados, con lo que podemos garantizarnos que no nos dejaremos el famoso fresco de la última cena fuera de la lista de cosas que ver en Milan.
Otros lugares que ver en Milán son el Castello Sforzesco y el vecino Parco Sempione. Son reductos de tranquilidad dentro de una ciudad muy viva.
Comer en Milán
En los últimos años se ha puesto de moda también la renovada zona de Navigli, especialmente para ir a algunos restaurantes y anticuarios de la zona. Es verdad que en verano, con el canal lleno de agua, gana muchos enteros, pero a mí -en un día un poco oscuro del mes de marzo- me pareció bastante decepcionante.
En lo que se refiere a la gastronomía, no es quizá tan magnífica como en otras zonas del país, pero alberga muchos y muy variados restaurantes tanto con especialidades locales como de otras regiones de Italia o del extranjero.Eso sí, los precios de los restaurantes suelen ser bastante más elevados que en España. Milán no es una ciudad barata.
El gran descubrimiento, de todos modos, es el buffet de aperitivo -que allí conocen como «happy hour»– que se sirve por la tarde el muchos bares de la ciudad. Supone que, por tomarse una bebida -hay buena tradición de coctelería en la ciudad-, queda a disposición de los clientes un buffet libre de pequeños aperitivos y comida por un tiempo limitado (suele ser entre 2 y 3 horas). La cantidad y calidad, así como el precio, varía en cada establecimiento, pero es una buena manera de sustituir a la cena.
¿Milán en un día?
Salimos gratamente sorprendidos de Milán, especialmente teniendo en cuenta el escepticismo previo de algunas de las personas que nos habían hablado de ella. Es cierto que no hay una gran cantidad de monumentos o lugares de interés que ver en Milan -más aún si la comparamos con otras ciudades italianas-, pero los que hay llaman la atención. Además, Milán es una ciudad con muchísima vida y movimiento, con lo que gustará mucho a los viajeros que disfruten en ciudades dinámicas y vivas.
¿Se puede ver Milán en un día? Sí, siempre que no queramos detenernos demasiado en los detalles o no seamos muy estrictos a la hora de querer ver otros pequeños lugares de interés menor de la ciudad. No obstante, sugiero combinarlo con una visita al cercano Lago de Como, con fantásticos paisajes alpinos, por lo que un par de días para ver toda la zona serían más que suficientes.
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