Hay gente que lo lleva muy mal y otros ni siquiera se lanzan a salir de viaje sin ir acompañados, pero el hecho de viajar solo por el mundo es una experiencia enriquecedora y supone un enorme desafío de superación personal. No todos son capaces de hacerlo. Al viajar solo la experiencia del destino y el contacto con la sociedad local se intensifican, pero también lo hacen los peligros. Aquí os dejo algunas reflexiones sobre posibles riesgos al viajar solo y cómo mejorar la seguridad de vuestros viajes.
Ante todo, a la hora de planificar un viaje en solitario, hay que ser razonable y ser consciente de tus propios límites y capacidades. Si no te defiendes bien en inglés, no salgas a países donde tengas que hablarlo forzosamente. Si no te gusta compartir habitación con extraños, olvídate de albergues o de las formas de alojamiento más económicas. Si tienes tendencia a la depresión o a la tristeza, asegúrate muy bien de que el destino del viaje te llene al 100% porque nadie podrá llenar ese vacío. Si no estás físicamente en condiciones o no quieres plantearte un desafío físico, olvídate de determinados viajes de aventura. Si eres mujer, piensa en qué situaciones habituales en otros países podrías sentirte menos cómoda.
Si tienes decidido que vas a viajar solo, reflexiona primero -y de forma realista, sin minusvalorarte, ni sobrevalorar tus capacidades- sobre cómo eres, qué puedes hacer y qué pretendes en tu viaje. Pon un límite al nivel de aventura que deseas para que puedas dar marcha atrás si lo sobrepasas y piensa si estás abierto a juntarte con algún viajero en el camino o pretendes seguir el viaje solo.
Aquí ya no dependes de nadie para planificar, así que es el momento de mimarte y pensar en el fondo de ti qué quieres hacer. Es el momento, incluso, de realizar planes o deseos inconfesables, si están a la altura de lo que puedes hacer. Es tu experiencia y debes disfrutarla a tu manera desde el primer hasta el último momento. Asegurate de que lo que pretendes está al alcance de tus posibilidades y vete a por ello: infórmate muy bien de lo que vas a hacer o visitar, elige tu destino, tus fechas y… a por ello.
Seguridad en nuestro viaje
¿Os acordáis de las recomendaciones que nos daban nuestros padres cuando éramos pequeños? Aquellas del estilo: «no vayas con nadie desconocido, no pases por malas zonas, no te rodees de malas compañías, no comas cosas que te ofrezcan en la calle». Pues, pese a que estemos más creciditos, son totalmente vigentes en este tipo de viajes, por la sencilla razón de que en el extranjero estamos solos, no conocemos el entorno y somos absolutamente vulnerables a determinadas amenazas.
Por ello, el sentido común es nuestra principal arma para garantizar nuestra seguridad. Tener la cabeza en su sitio, analizar friamente todas las opciones que se nos proponen y, siempre- en caso de duda- adoptar la opción menos arriesgada. Puede parecer fácil de pensar en frío, pero el viajero solitario en determinadas zonas del mundo ha llegado un momento en el que supera tantos desafíos que se siente casi invencible y pierde gran parte de su aversión al riesgo.
Por supuesto, toda la información que podamos tener sobre riesgos en el destino será más que bien recibida. Las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores sobre los destinos son lectura obligada para algunos países, así como la visita al centro de vacunación en determinados destinos. En otros, mucho más manejables, siempre viene bien tener una cierta información de cuáles son las zonas complicadas de las ciudades, especialmente por la noche. No sé por qué razón exactamente, pero el entorno de las estaciones de tren de las grandes ciudades suele ser bastante inseguro -recuerdo casos como Copenhague, Munich o Milán-.
Perder dinero y documentación, el problema más frecuente
Al pensar en la inseguridad de los viajes, los pequeños hurtos o atracos suelen venir a la cabeza y son, también, los más frecuentes. En el fondo, el 99% de ellos son de poca cuantía y tienen fácil arreglo con una llamada a casa o a la embajada correspondiente, pero suponen un gran impacto en quien los sufre con respecto a la pérdida. Desde pequeños robos en el equipaje en aeropuertos y estaciones hasta hurtos en la habitación del hotel, pasado por la acción de carteristas o atracadores.
En muchas ocasiones, no hay modo de evitarlos, pero sí de minimizarlos. Para ello, conviene tener controladas al máximo las pertenencias y hacer que el acceso de los ladrones a los documentos realmente importantes sea lo más difícil posible. Elementos como las cajas fuertes de los hoteles, los candados para el equipaje y, sobre todo, la riñonera interior, son utilísimos.
La riñonera interior es uno de los elementos que siempre me acompañan en mis viajes en solitario y se ha convertido, de alguna manera, en mi seguro ante pequeños robos. Es un elemento especialmente barato (la mía no costó más de 5 euros aunque dependiendo del material y la marca puede llegar a los 15) que se lleva bajo la ropa disimuladamente y permite llevar siempre encima y pegados al cuerpo una serie de documentos y dinero sin que nadie pueda verlo. Quizá sea un poco incómoda llevarla todo el día, pero la seguridad que da merece la pena.
La clave de la riñonera interior es poder darte los recursos suficientes para seguir con tu viaje en el caso de un pequeño hurto: si te roban al descuido o en un atraco donde desaparezcan con cierta prisa. Es decir, que guardes los documentos más importantes o algo de dinero de reserva. En mi caso, suelo utilizarla para llevar el pasaporte (que complementa un hipotético robo de DNI), una tarjeta de crédito o débito, dinero en metálico, una copia de la llave del candado del equipaje, la póliza del seguro de viaje y una lista de teléfonos imprescindibles.
La lista de teléfonos es muy importante. En la época de los teléfonos móviles que vivimos ahora, hemos perdido la costumbre de memorizar números y dejamos ese papel a la agenda del teléfono. En muchos casos, memorizamos uno o dos números fundamentales. Una lista con teléfonos de familiares, amigos, la embajada y algún servicio de urgencia es un auténtico seguro de vida por si perdemos el teléfono móvil y el contacto del que recordamos el número no está disponible.
Sobre el dinero, lo más práctico es tener algunas reservas mínimas distribuidas en varios sitios. Así, si perdemos o nos roban parte de él, podremos utilizar otras reservas de emergencia. Puede ser parte en la cartera, parte en la riñonera interior o parte oculta en algún artículo de consumo personal que no levante sospechas. Esta reserva nos permitirá tener un pequeño margen de reacción en el momento más difícil. Para recuperarnos, siempre podemos utilizar sistemas de envío de dinero rápido como Western Union o similares, que nos permitirán recibir dinero en pocos minutos en cualquier parte del mundo. En el peor de los casos, la Embajada de España, o cualquier otra de la UE si España no estuviera representada en el país, podría adelantarnos el dinero para sobrevivir.
Y, sobre todo, para los que en algún momento nos hemos visto afectado por esta clase de imprevistos desagradables, es importante mantener la calma y entender que este tipo de sucesos ocurren y- aunque nos pueda parecer un drama en el momento- suelen tener fácil solución. Intentemos estar lo más calmados posibles si nos sucede y pensemos que en el mundo hay mucha más gente buena que mala que estará dispuesta a ayudarnos si tenemos un problema.
En el próximo artículo profundizaremos más en los problemas de seguidad con los que podemos encontrarnos en otros planos, como la seguridad física, la prevención de accidentes y, también, con los problemas psicológicos que puede suponer viajar solo.
No obstante, recordad siempre que el sentido común y minimizar los riesgos son las mejores soluciones para evitar problemas en los viajes. Si algo o alguien no te da buena espina, evítalo y huye. No viajamos para ser héroes, sino para volver y disfrutar de lo que hemos visto.
Muy interesante. Yo en mis viajes solo le doy mucha importancia a la forma en que te comportas en el sitio, en cuanto a tu ropa, lo que llevas en la manos, cómo te mueves…